sábado, 29 de marzo de 2008

Segundo domingo de Pascua - 30 de marzo 2008

Queridos amigos y amigas, la liturgia de la cincuentena pascual nos ofrece la posibilidad de saborear con gozo y esperanza el mensaje de la resurrección de Jesús. Seguimos caminando hacia el cielo nuevo y la tierra nueva, y los sabemos cada vez más presentes y cercanos. Aprovechamos esta primavera del espíritu para rejuvenecernos.
En este segundo domingo, la primera lectura, del Libro de los Hechos, como será siempre esta primera lectura de los domingos pascuales, nos muestra el espíritu y el estilo de las primeras comunidades cristianas. Unas comunidades que no tenemos que mitificar, porque tuvieron sus problemas, como toda comunidad humana, pero que tenemos que imitar en sus mejores valores. En concreto, la lectura de hoy nos dice que los miembros de aquellas comunidades vivían unidos, tenían sus bienes en común, se alimentaban de la Eucaristía, y todo el pueblo les apreciaba.¿Es así hoy nuestra Iglesia, nuestra comunidad?
Pedro, en la segunda lectura, nos recuerda que Pascua es renacer, renovarse y realimentar nuestra esperanza: el Padre nos hace renacer y nos da una esperanza viva,gracias a la resurrección de Jesús.
Y finalmente, el evangelio, que tres veces un desea uno de los dones más apreciados, como es la paz, nos presenta a la vez la figura de Tomás, una figura muy curiosa.
El hecho de la resurrección de Jesús es un hecho muy complejo que, por una parte, se presenta difícil de entender, y, por otra, resulta un misterio central para entender nuestra identidad cristiana. Por eso, desde la limitación de nuestra inteligencia, se nos presentan dudas y oscuridades, pero, a la vez, desde la opci´´on de nuestra fe, provoca nuestra total adhesión. Son dos perspectivas muy diferentes.
Tomás es el prototipo de muchas personas, puramente materialistas y empíricas qu eno creen si no ven. Pero como está en camino de búsqueda, descubre que la verdadera fe es creer a pesar de no ver. Y Tomás llega a la fe, como tantos otros, después de experimentar la Pascua fiar-se de Dios.
Muchas veces somos nosotros como Tomás, y no tenemos por qué avergonzarnos.Lo que hace falta es no conformar-se solamente con la mirada material de las cosas, sino saber cultivar también el espíritu.
Jesús nos pide un compromiso de nuestra fe. Si creemos, tendremos vida en su nombre.
Amigos y amigas, buena pascua y hasta la próxima semana
Manel.