sábado, 22 de diciembre de 2007

Cuarto domingo de Adviento 23-12-07

Queridos amigos y amigas, a los tres grandes personajes bíblicos que nos han ido acompañando estos días de Adviento (Isaías, Juan Bautista y María) se añade hoy la figura de José, hijo de Jacob, esposo de María...
El evangelio que se nos propone en este último domingo de Adviento es conocido con el nombre de la anunciación a José, porque el relato contiene todos los elementos de una anunciación. José, igual que María, recibe un ángel del Señor (sinónimo de un mensaje de Dios) que le comunica que no tenga reparo en recibir a María en su casa, porque el hijo que espera, y que ha concebido antes de vivir con él, no es fruto de relación sexual, sino obra de Dios, fruto del Espíritu.
El relato se entiende mucho mejor si tenemos en cuenta las costumbres matrimoniales judías, distintas de las nuestras. Entre los judíos hay dos celebraciones matrimoniales: los esponsales, o compromiso mediante el cual un chico y una chica se comprometen como marido y mujer, esposo y esposa; y la convivencia juntos, celebración que tiene lugar cuando el marido ya lleva a su casa a su mujer, para convivir juntos.
Lo que nos dice el evangelio es que José y María ya eran esposos, pero no vivían todavía juntos, y José se encuentra con que María espera un hijo. Si la hubiera denunciado, María hubiera sido dilapidada en la plaza pública por adúltera; pero la grandeza interior de José y su confianza en María se ponen de manifiesto cuando ante el misterio, prefiere retirarse, porque, dice el texto, era un hombre bueno y justo. En la Bíblia el bueno y el justo son los que están en plena comunión con Dios y se muestran siempre dispuestos a aceptar sus proyectos y a trabajarlos.
Por tanto, José hombre bueno y justo no significa aquí hombre débil de espíritu, ingenuo falto de sentido crítico, o cándido perdedor...
El Papa Juan XXIII, que vivía y practicaba una gran espiritualidad josefina, pasó a la historia como el Papa bueno, todo bondad, y no fue precisamente un Papa débil, ni un Papa perdedor y pùsilánime.
Además, cuando el mensajero le dice a José que ponga nombre al hijo que espera María, quiere decir que Dios le está reconociendo su auténtica paternidad, porque poner el nombre a una criatura era potestad del padre.
José de Nazaret necesita hoy muchos imitadores, como modelo de hombre bueno y justo en un mundo lleno de ruidos y palabras vacías, de murmuraciones y de críticas sin sentido, de intolerancias y de condenas... José es el prototipo de la prudencia y del respeto a las personas, y de la total confianza e Dios.

Amigos y amigas, con este comentario nos situamos ya a las puertas de Navidad. Yo os invito a entrar en el misterio de un Dios hecho carne y snagre nuestra, para dignificar toda la humanidad. Que estos días aireen vuestro espíritu con un aire nuevo. Que os sintáis alegres y gozosos por haber conseguido que algo nuevo y diferente nazca en vosotros.
Feliz Navidad!
Manel