sábado, 2 de junio de 2007

La Santísima Trinidad - 3 de junio 2007

Amigas y amigos, la Trinidad de Dios se nos ha presentado a menudo solamente como una pura verdad especulativa, como un dogma abstracto y frío, como un misterio inaccesible a nuestra razón. Y si la vemos así, poco provecho podremos sacar de la fiesta de hoy.
Sin embargo, la Escritura muestra las cosas de otra manera. La Trinidad es una actuación concreta de Dios en la historia de la salvación: el Padre envía a su Hijo, el cual, por nosotros, se hace persona humana, entrega su vida y resucita, y al volver al Padre, nos envía el Espíritu, que continua su obra salvadora en el mundo.
Esta actuación de Dios muestra y revela su identidad. Dios es uno, pero no es un ser solitario, aislado y egocéntrico, sino plenitud de vida y de amor compartido. La esencia de Dios es el amor. Y la Trinidad es un misterio de comunión entre las tres persones, entre la família de Dios.
La Trinidad, escribió el Papa Juan Pablo II, es el modelo último de cualquer convivència humana. Y aquí radica la reflexión que podemos sacar de la fiesta de hoy.
Frente a una sociedad donde son patentes el autoritarismo, el paternalismo, la dependencia y la falta de respeto de las autonomias personales y de los pueblos, y donde hay tanta falta de amor, de libertad, de saber escucharse y de afecto humano, el rostro de nuestro Dios Trinidad aparece como –el rostro de un Padre, revelado por Jesús, nada paternalista ni autoritario, sino estrictamente justo y a la vez misericordioso; –el Dios Hijo, que depende del Padre en su forma humana, que se hace hermano nuestro, pero que conserva integra su autonomía de Hijo de Dios; –y el Dios Espíritu, siempre presente y envolviéndonos, simbolizado por el viento y el fuego, presencia de amor y de libertad.
Dios es un ser en comunión y nosotros, creados a imagen y semejanza suya, estamos llamados a ser seres en comunión unos con otros.
Ojalá nuestras familias, nuestras comunidades, nuestros grupos, sean de verdad trinitarios, es decir, reflejo de la comunidad de Dios.

Y dejadme poner un recuerdo final para las comunidades religiosas de vida contemplativa, que hoy celebran su día. A pesar de que hay personas que piensan que la vida de estas mujeres en los monasterios no tiene hoy demasiado sentido, que nadie dude de que no hay en el mundo ningún hogar más modélico y ejemplar de vida en comunión con Dios. Y todos necesitamos que alguien interceda por nosotros. Gracias, hermanas.

Amigos y amigas, hasta el próximo domingo.