sábado, 3 de marzo de 2007

Segundo domingo de Cuaresma

Queridos amigos y amigas: la Cuaresma avanza y con ella nuestras posibilidades de preparar y renovar nuestro interior para llegar a la fiesta gozosa de Pascua. Aprovechemos esta nueva oportunidad.
Y vamos ya con el evangelio de este segundo domingo.
Igual que en el primer domingo de Cuaresma de todos los ciclos leemos el evangelio denominado de las tentaciones de Jesús, en el segundo se nos presenta siempre la escena de la Transfiguración de Jesús. Cada año, eso sí, según el evangelista correspondiente. Este año, Lucas.
Y lo primero que hay que decir es que la narración de este hecho es en Lucas un poco diferente de cómo lo redactan Marcos y Mateo. Por ejemplo, en Lucas la Transfiguración se produce mientras Jesús oraba; y dice, además, que cuando la nube cubrió a los presentes, éstos se atemorizaron; y finalmente, en la teofanía, Jesús no es solamente llamada Hijo, sino también elegido.
Con todo, el elemento común de la escena, en todos los evangelistas, y su auténtico significado, es el hecho de constituir un preludio de la muerte y de la resurrección de Jesús: Jesús es el Hijo, y por tanto superior a los profetas, y es el elegido, título que hace referencia al Siervo sufriente de Isaías. Jesús habla con Moisés y Elías sobre su éxodo que terminará con su muerte en Jerusalén. Jesús es el nuevo Moisés que arrancará a la humanidad de la esclavitud del mal con su muerte; y la nube donde Jesús se transfigura y en la que hace entrar a sus discípulos, es el anuncio de su resurrección, a la cual seremos asociados todos los que creeremos en El y le seguiremos.
Y hay, además, en el relato, otro punto que da mucho juego a la hora de reflexionar, y es la intervención de Pedro: Maestro, qué bien estamos aquí... Es la gran tentación de instalarse, de acomodarse, de renunciar al cambio. Y por eso el evangelio dice: hablaba sin saber lo que decía... Tentación, por otra parte, que nosotros tendremos que vencer también constantemente.
No hay ninguna realidad en la vida a la que se pueda llegar sin pasar por el esfuerzo, la lucha, las incomprensiones, los miedos, o las cruces. El ser humano necesita un sentido para vivir, y como decía el gran obispo Helder Camara, quien no tiene una razón para vivir, tampoco tendrá una razón para morir...
En la teofanía del relato se nos ha convidado una vez más a escuchar y seguir a Jesús, su proyecto y su llamada a la utopia y al amor compartido, su plan de justicia y libertad, su imagen de un Dios misericordioso y compasivo. Todo un buen programa para profundizar en este Cuaresma de 2007.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana.