viernes, 23 de marzo de 2007

Quinto domingo de Cuaresma

Queridos amigos y amigas, llegamos ya al quinto y último domingo de este camino hacia la Pascua que es la Cuaresma. Y nos encontramos con el evangelio de la mujer adúltera.
Lo primero que nos sorprende en este domingo es que hemos dejado el evangelio de san Lucas que es el que leemos este año, para leer un texto del evangelio de san Juan. Sin embargo esto no es exactamente así.
El texto de la mujer adúltera, al parecer, era un texto que circulaba de manera aislada en las comunidades cristianas. Está claro que su contenido es mucho más propio del estilo de Lucas, que no del evangelio de Juan. Pero cuando Lucas escribe su evangelio, el pecado del adulterio era muy mal visto en el pensamiento cristiano sobre todo por parte de san Pablo. Y parecía que este relato de la mujer adúltera podría ser mal interpretado, como si Jesús no le diera demasiada importancia a ese pecado. Por eso, finalmente, el texto fue incluido en el evangelio de Juan para poner de relieve la actitud de perdonar y no de juzgar de Jesús, que es propia del Jesús de san Juan. Hoy, sin embargo, los biblistas coinciden en que el texto no es de san Juan.
Pero fijémonos atentamente en el relato, qe contiene muchas enseñanzas.
La trampa que le ponen a Jesús es similar a la del tributo al César. Le presentan una mujer adúltera. Según la ley judía, había de ser dilapidada hasta morir, pero la ley romana prohibía a los judíos aplicar la pena de muerte. ¿Qué diría Jesús? Si dice que no se la mate, será un mal judío; si dice que la maten, estarà en contra delos romanos. Y todavía una trampa más: si dice que la maten, ¿dónde queda su misericordia?, y si dice que no la maten, desobece la ley de Moisés.
Por eso Jesús, con su actitud, ofrece cuatro lecciones dignas de ser imitades:
–muestra que por encima de todo le interesa la mujer, le interesan las personas. Los otros solamente la utilizaban como excusa para condenar a Jesús
–Jesús rechaza el pecado, pero ama al pecador, a la pecadora
–Jesús no condena, sino que convida a no volver a pecar. Nunca cierra definitivamente las oportunidades
–Jesús pone en evidencia a los acusadores: cuando alguien quiere presentarse como juez de los demás, que mire bien si aplica la misma medida que se aplica el mismo.
Por otra parte, esta narración puede leerse también comunitàriamente:
los letrados y fariseos representan la dureza de las actitudes legales antievangelicas, mientras que la mujer es la imagen de un pueblo que no es inocente, pero que es habitualmente maltratado por los que le dominan. Vivimos en una sociedad llena de agresividades y venganzas, una sociedad poco predispouesta a perdonar y a pedir perdón. Por eso, para no caer en la tentaciòn de ser más severos con los demás que indulgentes con nosotros, la línea de la misericordia es la linia que siempre acierta. No al delito, acogida total a los delincuentes. Difícil, pero plenamente evangélico.
Amigos y amigas, hasta el próximo domingo.