sábado, 17 de febrero de 2007

Queridos amigos, de nuevo con vosotros para haceros llegar mi décimo comentario sobre los evangelios de cada domingo. Hoy, DOMINGO VII DURANTE EL AÑO

No somos solamente los cristianos y cristianas quienes hablamos hoy de la pérdida de valores morales en nuestra sociedad, sino que también encontramos muchos alejados de la Iglesia, no creyentes, agnósticos o ateos, que se quejan con frecuencia de la pérdida de valores éticos en las relaciones humanas y en la convivencia ciudadana.
Asistimos hoy sin duda, por lo tanto, a una crisis del sentido ético de la vida, y por eso el evangelio de hoy resulta particularmente interesante.
El texto pertenece a la versión de san Lucas del sermón de las bienaventuranzas, que en él es el sermón del llano, y presenta cuatro principios éticos útiles para todos y de manera muy particular, imprescindibles para los seguidores de Jesús. Principios, por otra parte, que no se han de entender nunca como sinónimos de actitudes de pasividad, conformismo o resignación ante el mal.

1) amar a los enemigos, hacer el bien a los que no nos aman, bendecir a los que nos maldicen, rezar por los que nos ofenden
O sea: que en lugar de limitarnos a condenar, abramos espacios y posibilidades para que los enemigos encuentren caminos de conversión y reconciliación

2) si alguien te pega en una mejilla, ponle la otra, si se coge el manto, no le niegues el vestido. Da a todo el que te pida...
O sea: renunciar a la violencia como única herramienta para resolver los conflictos. Por que ¡cuántas veces perdiendo, se gana; y ganando, se pierde...!

3) haz a los demás lo que quieres que ellos hagan contigo
O sea: la regla de oro de la convivencia humana, pero así, en positivo, llevando la iniciativa, no limitándose al ojo por ojo, desbordando siempre por la via de la misericordia: sed misericordiosos como lo es vuestro Padre del cielo

4) no juzguéis y Dios no us juzgará,no condenéis y Dios no os condenará, absolved y Dios os absolverá, dad y Dios os dará
O sea: al mal no se le vence con el mal, sino con la abundancia del bien. El amor de Dios que nosotros debemos imitar es un amor gratuito, generoso y sin medida. La medida del amor es amar sin medida (san Bernardo)

El evangelio de hoy, pues, es de un valor universal, porque es una buena terapia contra uno de los males más grandes de nuestro tiempo: el odio, la venganza y la violencia. El odio es un veneno peligroso, una inmadurez destructiva. La violencia sólo genera violència. La paz sólo puede brotar del amor.

Queridos amigos, buena semana, y hasta la próxima, que será ya Cuaresma. Manel.