sábado, 21 de abril de 2007

Tercer domingo de Pascua - 22 de abril 2007

Queridos amigos y amigas, en el centro de las tres lecturas de la liturgia de hoy encontramos, como no podía ser de otra manera, la figura de Cristo resucitado. Pedro le proclama adelantado y salvador; el libro del Apocalipsis le alaba como el Cordero degollado, y en el texto del evangelio se hace presente a Pedro y los otros, orienta su pesca, les alimenta y les envía a la misión, confiando a Pedro la tarea de ir al frente del rebaño.
El texto está sacado del capítulo 21 de san Juan, y éste es un texto añadido a la primera versión del evangelio. Es una Catequesis sobre la misión evangelizadora y comunitaria de la Iglesia y sobre el papel de Pedro en esta misión.
El texto que hoy leemos consta de dos partes:
–en la primera, los discípulos ya no están en casa celebrando el encuentro dominical (como sucedía el pasado domingo), sino que se encuentran en su mundo, en su trabajo. Son siete, que es sinónimo de totalidad. Y en principio no pescan nada. Sin embargo, después de la orientación de Jesús, su trabajo da fruto. Mucho fruto. Y la red no se rompe, porque en la Iglesia cabemos todos, hay capacidad para todos. El número de 153 es simbólico, y sale de sumar, uno, más el siguiente, los 17 primeros nùmeros. Y el 17 sale de los 10 mandamientos, más los siete dones del Espíritu. La pesca tiene lugar en lago Tiberíades (nombre pagano del lago, lugar hostil). Los discípulos han trabajado toda la noche. Pedro, antes de reconocer al Señor, se enuentra desnudo (símbolo de su fragilidad), pero cuando le reconoce se pone la túnica (símbolo de servicio) y se lanza al agua (símbolo de dar la vida).
– Y la segunda parte del texto es una catequesis sobre Pedro y su papel en la comunidad. Para poder ser el líder tendrá que renunciar a las actitudes que le llevaron a negar a Jesús, y tendrá que comprometerse a seguirlo hasta la muerte, en una actitud de servicio. Porque el rebaño que tendrá que pastorear no es suyo, sino de Jesús: mis ovejas...

Las leccciones del evangelio de hoy son claras: los cristianos y cristianas, cada uno en nuestro lugar de trabajo y de vida, somos, tenemos que ser, testigos de Cristo Resucitado. Agrupados en la comunidad Iglesia, y alrededor de los sucesores de Pedro, continuamos aportando al mundo un mensaje de liberación y de comuniòn fraternal. La perscpectiva de la salvación (la tarea de la pesca y la comunión con el pan y el pescado) está abierta a todos, sin ninguna discriminación, aunque para conseguir algo haya que estar, muchas veces, trabajando toda la noche...

Amigos y amigas, hasta la próxima.
Manel