sábado, 14 de julio de 2007

Domingo XV - 15 de julio 2007

Queridos amigos, ya de vuelta, me dispongo a ofreceros unas ideas sobre el evangelio de este domingo.
Como ya dijimos, en esta estrategia narrativa de situar a Jesús caminando con sus apóstoles desde Galilea hasta Jerusalén, se van produciendo enseñanzas y acontecimientos.
Hoy nos dice el texto de Lucas que se acercó a Jesús un maestro de la ley, para exponerle un tema que era de discusión entre los judíos. Según el Deuteronomio, la ley de amar a los demás estaba clara, pero para la mayoría de judíos esos los otros, los demás, eran solamente los judíos. La argumentación estaba clara: Dios había hecho solamente la alianza con los judíos; luego los mandamientos de Dios solamente se referían a los judíos. ¿Pensaría Jesús igual, o su mensaje era universal, y su invitación al amor se refería a todos los seres humanos de cualquier pueblo, raza o condición? Cuando el maestro le pregunta: y para mí, ¿quiénes son los otros?, la respuesta de Jesús queda muy bien clarificada con la parábola del buen samaritano. Fijémonos en los detalles: el que ama de verdad al hombre herido por los ladrones es un samaritano. Pues bien: ni los samaritanos se hablaban con los judíos, ni los judíos se acercaban a los samaritanos. El hombre que iba por el camino seguro que era judìo. Pues bien, al buen samaritano no le importa: ama al ser humano que necesita ayuda. Los otros son todos.
Pensemos un poco cuando decimos que hay que amar al prójimo. ¿Quiere decir que solamente tenemos que amar y ayudar a los que están a nuestro lado, a los que nos caen bien, o a los que piensan como nosotros? Pues no. Amar al prójimo es, por encima de todo, hacer cercano, hacer próximo, al que está lejos de nosotros...
Buen verano, amigos y amigas, y seguiremos encontrándonos cada sábado o domingo.
Manel.