viernes, 7 de diciembre de 2007

Inmaculada y Segundo de Adviento 8 y 9 diciembre

Queridos amigos y amigas, hoy dos en uno...
en la página impresa he titulado la primera homilía María llena de gracia, anima nuestra fe. Y, en efecto, cada año, cuando nos encontramos preparando la Navidad, se nos presenta esta fiesta de aquella que fue la primera en preparar la venida de Cristo a la humanidad.
María entró en la historia a partir de una promesa, cuyo cumplimiento esperó con fe y con una disponibilidad absoluta: tendrás un hijo y le pondrás el nombre de Jesús.
María anima nuestra fe en este tiempo de Adviento, porque toda ella fue Adviento: creyó y esperó: feliz tú que has creido, le dirá su prima Isabel.
La fiesta que hoy celebramos exalta un privilegio de Maria: la que tenía que ser madre del Cristo fue preservada, ya en su concepción, de toda culpa de pecado. El clásico argumento teológico que llevó al pueblo cristiano a venerar este privilegio es muy sencillo: Dios lo quiso hacer, lo podía hacer, lo hizo...
Pero como no hay ningun texto del evangelio que avale este misterio de la inmaculada, la liturgia vuelve a leer hoy el pasaje de la Anunciación. Y hay un punto que llama la atención, Mientras que la anunciación a Zacarías e Isabel sobre el hijo que tendrán se realiza en el templo, la anunciación a María se realiza en su casa. Y María dialoga con el mensajero, analiza la propuesta, pregunta, escucha, quiere entender bien el proyecto de Dios, y solamente despuès de todo esto, se pone a plena disposición. Imitémosla. También a nosotros Dios nos envía muchos mensajes, y no necesariamente en el templo, sino en la vida cotidiana. Y también nosotros tendremos que analizar, preguntar y escuchar. Y entender qué quiere Dios de nosotros, y ponernos a total disposición. Pues ya tenemos faena...

Y vayamos, amigos y amigas con el segundo domingo del Adviento.
Hoy sobresale la figura de Juan Bautista, con su mensaje: preparemos los caminos del Señor para que pueda acceder.
Juan Bautista es descrito a la manera de Elías, porque en creencia común en el judaísmo que Elías volvería a la tierra para preceder al Mesías... (antes del día del Señor)
Juan Bautista habla de caminos y dice el texto que salían a su encuentro judíos venidos de toda Judea y de toda la región del Jordán. Despertaba expectación.
Pero no todo eran éxitos. Tuvo que desvelar y denunciar aquellos que caían en la trampa de la aparariencia. No es lo mismo ser que aparecer. Los fariseos pensaban que ellos eran el modelo religioso del pueblo; y los saduceos eran los dominantes y los que manejaban la economía, la política y la religión del pueblo. Por eso Juan Bautista denuncia sus apariencias y autosuficiencias. Que dejen de invocar el ser hijos e hijas de Abraham. Que Dios de las piedras puede incluso sacar hijos e hijas de Abraham. Que lo que cuenta son los hechos y los frutos. Aunque tampoco se trata de una cuestión de eficacia, sino de saber corresponder generosamente a las oportunidades que Dios nos da.

Amigos y amigas, hasta la próxima semana.
Manel

sábado, 1 de diciembre de 2007

Primer domingo de Adviento 2 diciembre 2007

Queridos y queridas, El Señor vino, el Señor vendrá, y el Señor, viene. Adviento no es una preparación piadosa para la celebración del recuerdo de la primera venida, sino que es tiempo para preparar la venida final y gloriosa, y, sobre todo, tiempo de estar muy atentos a las venidas cotidianas de Dios a nuestras vidas y a la humanidad.
La lecturas que nos presenta este primer domingo nos transmiten tres mensajes muy claros:
Isaías deses que Dios nos enseñe sus caminos (que muchas veces, como dirá en otro mlugar, no coinciden con nuestros caminos) y que podamos seguir sus rutas. Pablo nos pide que seamos conscientes del momento que vivimos (el kairós), y que es hora de desvelarse y comportarse dignamente, y el evangelio nos dice que estamoe atentos porque no sabemos cuándo vendrá.
Si juntamos las tres llamadas nos sale que si somos conscientes del momento en que estamos, nos desvelaremos y nos comportaremos dignamente. Es el famoso método de Ver, Juzgar y Actuar.
Pongamos un poco el acento en lo que ser realistas y conscientes de nuestro momento
Ser conscientes de nuestra situación personal, nuestra situación familiar y nuestra situación comunitaria.
Ser conscientes del mundo que nos rodea: un mundo plural, autónomo, muchas veces injusto con las personas, lleno de desigualdades, no sobrado de sentido ético, vacío de trasncendencia...
Y ser conscientes de que necesitamos comprometernos e implicarnos para que otro mundo sea posible, otra Iglesia sea factible...
Hora de despertarse de los análisis demasiadosuperficiales y tópicos.
Hora de despertarse de las perezas y las excusas, del suño y del cansancio
Hora de utopía, que es el proyecto de Dios.

Amigos, amigas, vivamos intensamente este tiempo de Adviento.
Un saludo y hasta el próximo domingo.
Manel

sábado, 24 de noviembre de 2007

Cristo, un Reino i un Rey muy diferentes - 25-X-07

Queridos amigos y amigas, el último comentario recibido en este blog (ya me gusta que de vez en cuando alguien diga algo) miraba ya a la fiesta de hoy porque decía: los republicanos, ¿cómo podemos traducir lo del Reino y lo de Cristo Rey? No sé dónde leí que lo podemos entender como otro mundo es posible, ¿qué tal? De cualquier manera, no creo que haya muchos cristianos que al hablar del Reino de Dios lo confundan con los reinos de este mundo ¿no?
Bueno, la verdad es que el mismo comunicante se planteaba la duda y apuntaba la solución, porque, como es obvio, los conceptos de Reino y de Rey aplicados a Cristo son puramente bíblicos y no tienen nada que ver con los reinos y los reyes de este mundo.
Otra cosa es que algunos han querido confundir las cosas (y aún ho hay algunos que pretenden confundirlas). De hecho, esta fiesta fue establecida el año 1925 cuando el Vaticano propugnaba la religión católica como la religión oficial del estado y pedía, por tanto, una situación de privilegio para la Iglesia. Pero esto seha acabado y el evangelio no va por este camino.
Las esperanzas mesiánicas del pueblo judío en tiempo de Jesús pasaban por la aparición de un nuevo rey al estilo de David, o un militar fuerte que derrotase el imperio romano. Esperaban, por lo tanto, un Mesís triunfante y poderoso. Y sin embargo, el evangelio muestra que Cristo reina no desde un trono, sino desde la cruz, desde la cruz de los rebeldes. Su rebelión consistió en no sustituir un dominio por otro, sino en hacer crecer alas personas para que cada una asumiera responsablemente su libertad. Jesús no se proclamó rey, sino que se puso al servicio de un reino llamado Reino de Dios, que hoy podríamos denominar Proyecto o Utopía de Dios. Un Reino que es de este mundo, pero que se ha de construir en este mundo, y que, como dice el Prefacio de la Misa de hoy, es un reino de vida y de verdad, de justicia y de paz, de amoar y de gracia..
Cristo, pues, es el mensajero de un Reino, de un Proyecto, de una Utopía, que no tiene nada que ver com los poderes políticos y temporales. El no es Rey para que los suyos obtengan privilegios, sino para que sean libres interior y esteriormente. Es un Rey que libera, no un Rey que domina. Lo vemos muy claramente en el evangelio de hoy: Jesús desde la cruz, libera uno de los dos malhechores que estan a su lado: hoy estarás conmigo en el paraíso. Cristo es Rey: su cetro es una cruz, su corona, unas espinas y sus súbditos más queridos, los más débiles, los más pobres.
Por otra parte, cuantas veces hemos tenido la tentación de reproducir en la Iglesia el esquema de los reyes y reinados de este mundo, y no el esquema del Proyecto de Dios. Porque en el Reino de Dios, las relaciones de poder no han de ser autoritarias, sino fraternales, y lo que cuenta no es el dominio y el poder sino el servicio: Quien quiera ser el primero, que sea vuestro servidor.
Amigas y amigos, acabamos un año litúrgico y nos disponemos a empezar de nuevo. El próximo domingo empezaremos a preparar y vivir el gran misterio de la Encarnacíón. Dios os ayude.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Domingo 33 de durante el año - 18 de octubre 2007

Queridos amigos y amigas, el evangelio de hoy viene condicionado por el hecho de ser prácticamente el último domingo del año litúrgico, ya que solamente nos queda la fiesta de Cristo Rey.
Y nos encontramos hoy con una pasaje un poco complicado.
Por una parte, casi es lógico que tratándose del último domingo, el tema que aborde sea el del final que esperamos, ese final incierto, que a veces se nos muestra con tonos dramáticos y apocalípticos, aunque, por eso precisamente, acabe con una promesa clara y esperanzadora en boca de Jesús: sufriendo con constancia ganaremos para siempre nuestras vidas.
Jesús al afirmar que el templo, que tanto admiraban sus contemporáneos, sería destruido, indica que el templo había perdido su valor, y ya no era el signo de la alianza de Dios con su pueblo; pero, a la vez, dejaba claro que el final del templo no era el final de la historia, sino que ahora surgía algo nuevo, una nueva alianza. Con Cristo comenzaba una nova historia individual y colectiva.
Y esta nueva alianza entre Dios y la humanidad se hacía efectiva mediante la implantación del Reino, que es reino de amor, de libertad y de gracia, de justicia y de paz. Pero esta implantación del Reino será lenta y progresiva, no exenta de dificultades y de graves acontecimientos que afectaran, incluso, y muy concretamente, a la vida de todos aquellos y aquellas, hombres y mujeres, pueblo de Dios, que luchen de verdad para hacerlo posible.
De hecho, si observamos lo que está pasando hoy a nuestro alrededor vemos que es así. La nueva alianza es una alianza que nos implica y nos compromete. La gran conflictividad político religiosa que hoy está presente, nos exige estar alerta para saber cómo hemos de actuar; el desconocimiento de la fecha de la venida concreta de Cristo, nos hace vivir en una expectativa esperanzada; y el día a día, el presente cotidiano, nos pide una vigilancia permanente. Y es así cómo, de manera incierta, pero siempre llena de esperanza, se construye el Reino, la nueva alianza entre Dios y la humanidad, sellada por Cristo.
En la espera paciente del día del Señor, del último día de este mundo, los cristianos y cristianas tenemos que superar sobre todo dos tentaciones: un abandono pasivo a la sola acción de Dios (como si todo dependiese de El), y un activismo nervioso e impaciente, muy rápidamente afectado y desanimado por el fracaso (como si todo dependiese de nosotros).
Amigos y amigas, buena semana, y hasta la próxima.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Domingo treinta y dos de durante el año 10-10-08

Queridos amigos y amigas, comencemos por enmarcar debidamente el evangelio que se nos propone hoy.
Los dos grupos religiosos más importantes en el tiempo de Jesús eran los saduceos y los fariseos. enemigos irreconciliables entre sí, aunque con frecuencia se ponían de acuerdo para objetar contra Jesús.
Los saduceos, dentro del judaísmo, eren los más conservadores y, como sucede hoy también con frecuencia, eran los miembros de la clase social más rica y poderosa. Religiosamente sólo admitían como libros revelados por Dios los revelados a Moisés, o sea los cinco primeros de la Bíblia, el Pentateuco. Solamente creían en la vida presente, una vida en la cual ellos eran los privilegiados, situación que demostraba, siempre según ellos, que ellos eran los preferidos de Dios.
Los fariseos, por el contrario, eran fanáticos de la letra de la ley y del cumplimiento externo, y creeían firmemente en la resurección, como una continuación para siempre de la vida de aquí.
Por otra parte, para entender la trampa burlesca con que pretenden desprestigiar a Jesús, hay que tener en cuenta la llamada ley del levirato (de levir, en latín, cuñado), según la cual, cuando una mujer quedaba viuda sin hijos, si su esposo tenía´algún hermano éste había de casarse con la viuda, para perpetuar el apellido paterno de su esposo difunto.
Un grupo de saduceos, pues, va con una exageración de esta ley a Jesús y le hacen una pregunta absurda. Jesús, entonces, deja claro que la fe en la resurrección se identifica con la fe en el Dios vivo y viviente que no abandona a la muerte a aquellos con los que ha hecho alianza.
Este evangelio, por lo tanto, nos ofrece una buena ocasión para reafirmar nuestra fe en la resurrección, pero partiendo siempre del hecho de que la resurrección es un misterio y, como ta, está por encima de nuestro alcance inteligente.
Todos los seres humanos nos hacemos las grandes preguntas: ¿hay otra vida? ¿podemos pensar que cuando morimos no morimos del todo? ¿volveremos a ver a aquellos que hemos amado y conocido en este mundo? El cristianismo, frente a todo esto, da una respuesta: todos esperamos un final, pero hasta cuando no llegue no sabemos ni cuándo ni cómo será;pero confiamos totalmente en el Cristo resucitado que nos hará partícipes de su resurrección. Y no hay nada más que decir.
Amigos y amigas, hasta la semana pròxima.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Domingo treinta y uno durante el año 4-XI-2007

Queridos amigos y amigas, gracias en mi primer lugar por algunas respuestas que voy recibiendo de personas a las que gustan estos comentarios y les son útiles. De eso se trata. Ya sabéis que podéis escribir desde aquí mismo, o a mi correo electrónico
manelsimo@telefonica. net.

Y vamos con el evangelio de hoy.
Pronto comenzará el Adviento y oiremos a Juan Bautista llamándonos a la conversión, como el mismo Jesús empezó también su vida pública con el eslógan de convertios, que el Reino de Dios está cerca.
La conversión , en la vida de un cristiano o cristiana, no es solaente un hecho esporádico o espectacular, sino que es, además, un proceso permanente y cotidiano.
Pues bien, el evangelio de hoy, exclusivo de Lucas, se inscribe en esta línea de la necesidad permanente de purificación y conversión.
En este viaje de Jesús hacia Jerusalen, que es el núcleo del relato de Lucas, nos encontramos con la conversión de Zaqueo, un jefe de cobradores de impuestos y rico...
Lucas, como ya hemos subrayado otras veces, es el evangelista de la misericordia de Dios y el texto de hoy es una muestra más.
Dios ha venido a buscar lo que parecía perdido, y lo hace respetando el ritmo de las personas. Dios ama aquello que ha creado y quiere compartir la miseria humana, fruto de la libertad. La conversión a una vida ética, como la caída en el mal, se realiza siempre desde la libertad.
Zaqueo era considerado delante de los suyos como un pecador, alejado, por lo tanto, de Dios. Pero el Dios de los judíos no era el Dios que mostraba Jesús, el Dios que sale al encuentro y pide ser acogido en casa. Se acerca a la persona para compartir mesa. Y con este gesto la seduce.
Por otra parte, Zaqueo responde perfectamente a la catequesis que le ha propuesto la
conversión. Ha entendido muy bien, y no se pregunta por lo que le falta para entrar en el Reino, sino por lo que le sobra: son los bienes materiales los que estan ahogando su espíritu. Y de esta manera recobra su dignidad y la felicidad de su vida. Jesús entonces afirma: hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre tambien es hijo de Abraham...

Amigos y amigas, hasta la próxima.

viernes, 26 de octubre de 2007

Domingo 30 durante el año - 28 octubre 2007

Queridos amigos y amigas, el evangelio de hoy nos presenta una parábola con una clara intencionalidad didáctica y pedagógica: en el terreno de la fe y de la relación con Dios, nadie puede sentirse seguro, y menos compararse con los demás para menospreciarlos. Cada uno ha de rezar y dirigirse a Dios desde el reconocimiento de saber bien quién es y cómo actúa en él, en ella, la gratuidad de Dios.
Un primer punto que llama la atención en esta parábola es que, a pesar de que la mayoría de las parábolas de Jesús tienen como marco de fondo un ámbito rural, ésta se sitúa en un ámbito urbano, concretamente en la ciudad de Jerusalen, en el recinto del templo, lugar al que acudía la gente a purificarse de sus pecados.
Y un segundo punto que es necesario subrayar es que los dos protagonistas del relato son un fariseo y un publicano que eran dos personajes que en aquel tiempo eran enemigos e irreconciliables.
Los fariseos se consideraban los puros y perfectos ante Dios, sobre todo porque decían cumplir la letra de la ley. En concreto, entre otras prescripciones, se jactaban, como expresa la parábola, de ayunar dos veces por semana y pagar los diezmos de todo lo que poseían.
Los publicanos, por su parte, como es bien sabido, eran los recaudadores de impuestos del imperio romano y, como tales, eran tildados de antipatriotes, a la vez que muchos de ellos se aprovechaban también de los más débiles (huérfanos y viudas, entre otros) ya que si dejaban de cobrar algún impuesto, perdían la comisión y tenían que pagarlo de su bolsillo. El fariseos, por lo tanto, los tildaban de ladrones, injustos y pecadores...
Así las cosas, la parábola nos presenta cómo rezan ante Dios estos dos personajes, mostrando, como es natural, que la oración siempre revela lo que hay dentro de las personas que rezan.
El gran error del fariseo es compararse con el publicano y sentirse superior a él delante de Dios y de los hombres; y el gran acierto del publicano es reconocer sus errores y pedir misericordia.
La parábola subvierte el orden religioso judío: el que creía que se hallaba dentro, está fuera; y quien se sentía excluído, está muy adentro.
¿No pasa también esto a veces entre nosotros?
Amigos y amigas, buena semana, y hasta la próxima. Felicidades por todos los santos y un recuerdo muy especial para todos los seres queridos que gozan ya de la eternidad.
Manel

sábado, 20 de octubre de 2007

Domingo 29 de durante el año - 20 octubre 2007

Queridos amigos y amigas, en este tercer domingo de octubre, como ya es costumbre, la Iglesia nos lanza una consigna para ayudar a la iglesia misionera que trabaja en los países más pobres para llevarles el mensaje del evangelio. Y este año, el eslogan del DOMUND nos dcie , y nosotros no preguntamos, como Pablo, ¿y cómo creerán si nadie les lleva la fe? Porque a nadie se les escapa que los tres grandes instrumentos de transmisión de la fe que eran entre nosotros la família, la escuela y las Parroquias se encuentran hoy en una grave y profunda crisis.
Pero nosotros hemos tenido muchas oportunidades, y es de justícia que otros las tengan, sobre todo los más débiles y pobres, que seguro que las aprovecharán mejor que nosotros.
Semos, pues,m generosos en nuestra oración y en nuestra aportación económica, mostrándonos como la auténtica retaguardia de los misioneros y misioneras de vanguardia.
Por lo demás, el evangelio de hoy, con la parábola de la viuda inoportuna, nos muestra la necesidad de razra a Dios con constancia y perseverancia para que mueva el corazón de las personas.
LLegar a implantar en este mundo plenamente el Reino de Dios es nuestra gran utopía, y no podemos dejar de trabajar para que sea posible, aunquemuchas veces nuestras tareas y nuestros esfuerzos no tengan un final feliz como el de la parábola.
Ciertamente no tenemos a veces una idea adecuada de Dios, porque pensamos demasiado en el Dios omnipotente y todopoderoso, como si tuviera que ser un Dios justiciero y vengador de los pobres, mientras que el Dios de Jesús es el Dios que respeta al máximo la libertad de las personas y se pone en camino junto a nosotros, sin dejarnos nunca de la mano.
Rezar no es repetir sin más fórmulas y palabras.
Rezar es una actitud de confianza en Dios, en un Dios que a veces no entendemos, pero que sabemos que nos ama y no nos defraudará.
Rezar es acudir a Dios cuando nuestra fuerzas ya no pueden más y acudir a El para que nos dé más fuerzas.
Rezar es tener la fe y la confianza suficientes como para pensar que los derechos de los débiles son los derechos de Dios.
Amigas y amigos, buen domingo, y hasta el próximo.
Manel

sábado, 13 de octubre de 2007

Domingo 28 durante el año - 14 de octubre 2007

Queridos amigos y amigas, ¿cómo va el frío? Esperemos que no traspase vuestro vestido y se meta en vuestro interior.... que el signo bíblico de Dios es el fuego y no la nieve...
Vamos con el evangelio de esta semana. Podríamos titularlo con una frase: El agradecimiento es la memoria del corazón.
Diez leprosos recurren a Jesús, pensando que les puede aportar un remedio para su enfermedad. Y Jesús, poniendo a prueba su fe, los remite a los sacerdotes del templo, como si ya estuviesen curados. La obediencia a la palabra de Jesús logra el milagro. Pero el único que vuelve a Jesús para darle gracias es un extranjero, un samaritano. Su fe le ha salvado.
Hasta aquí la síntesis del relato.
Pero vayamos por partes.
Como es bien sabido, entre los samaritanos y los judíos existía una antigua enemistad y una fuerte rivalidad, que venían de lejos. Por una parte, lo samaritanos habían mezclado su sangre con la población asiria, dando lugar a una raza mixta; y, por otra, los judíos acusaban a los samaritanos de haber profanado el templo de Jerusalén y de haber construido su propio templo en el monte Garizin. Por lo tanto, la palabra samaritano, en boca de un judío, era, en tiempos de Jesús, una injuria. De hecho, al mismo Jesús, según refiere el evangelio de san Juan pretendieron insultarlo diciendo: (Juan 8, 48)
La denominada lepra, por su parte, era, en tiempos de Jesús, sinónimo de una enfermedad contagiosa, y por eso los leprosos tenían que vivir fuera de las poblaciones, y su curación había de ser certificada por los sacerdotes, para poder volver a la vida pública.
Jesús, diciéndoles que fuesen a los sacerdotes da a entender que en el camino encontrarían la curación, si confiaban en El, como así fue. Pero solamente un samaritano vuelve a dar gracias. Es el único que piensa de verdad que la fe y la confianza en Jesús le han llevado a la salvación. Los otros nueve, que eran judíos, muestran con su conducta que se han olvidado de Jesús e incluso, humanamente, demuestran que son unos mal educados. Paradójicamente, quien era tildado de heterodoxo y era marginado y menospreciado, es el único que actúa debidamente.
El agradecimiento nace siempre de la conciencia profunda de todo aquello que nosotros hemos recibido gratuitamente. Qúe hemos recibido, cómo lo hemos recibido, y por qué lo hemos recibido nosotros y muchos otros no. El agradecimiento tanto hacia los demás, como hacia Dios, es siempre un ejercicio permanente de memoria. De memoria del corazón.
Amigos y amigas, seamos agradecidos, que de bien nacidos es ser agradecidos.
Hasta la próxima semana.
Manel.

Domingo 28 durante el año - 14 de octubre 2007

viernes, 5 de octubre de 2007

Domingo 27 durante el año - 7 de octubre 2007

Queridos amigos y amigas, saludos, una vez más, desde esta comunidad de Viladecans, y muchas felicidades a las Pilars y a quienes tengan o han tenido recientemente motivos de alegría y de fiesta. Solidarios en los gozos y solidarios en las tristezas.
Y vamos con el comentario de este domingo.
La petición que hacen los apóstoles a Jesús - Señor, dános más fe- tendría que constituir también nuestra oración cotidiana.
El texto del evangelio de hoy es un pequeño fragmento de Lucas, donde se recogen dos temas que en principio no parecen tener demasiada conexión: el poder de la fe, y la parábola de los siervos.
La fe, se ha dicho siempre, mueve montañas, y Lucas afirma, en el mismo sentido, que la fe tiene una gran fuerza, aunque sea una fe tan pequeña como un grano de mostaza (que a pesar de ser una semilla muy pequeña, da lugar a un gran árbol); y afirma también que por débil que sea la fe, puede conseguir cosas que parecen humanamente imposibles.
Para entender mejor estas comparaciones que utiliza Lucas, hay que tener en cuenta que en Israel tanto la mostaza como la higuera eran símbolos de fecundidad y que, por elo tanto, lo que se nos quiere indicar verdaderamente es que la fe siempre es muy fecunda, es decir, produce y ha de producir obras.
Fe es creer que el único que merece nuestra confianza incondicional es Dios. Fe es atender a su Palabra, que es portadora de vida. Fe es creer en la persona de Dios, cuyo amor nos rodea constantemente. Fe es confiarnos al Espíritu.
Por otra parte, la pequeña parábola de la segunda parte del texto se refiere a cuál ha de ser nuestra actitud hacia Dios.
Partiendo de que la fe es un don gratuito de Dios, está claro que delante de El solamente nos podemos considerar siervos suyos y que, por lo tanto, no ha de estar Dios agradecido por lo que hacemos, sino que somos nosotros los que estamos agradecidos por aquello que El nos da cada día.
Y me gustaría terminar mi comentario de hoy con una conocida oración, que va en la línia de la petición de los apóstoles a Jesús:
Creo, Señor, pero ayuda mi poca fe.
Creo en Ti, elPadre, con quien puedo contar siempre
Creo en Jesús, camino estrecho, verdad segura, vida verdadera
Creo en el Espíritu, que me libera de la tierra
Creo en la Iglesia que dice sí a Jesús y camina, desde sus pecados, construyendo el Reino
Creo en la bondad y en la limpieza de corazón,
creo en la exigencia y en la pobreza
creo que el perdón es mejor que la justicia,
creo que es mejor dar que recibir
creo que servirte es servir a los seres humanos,
creo quemi vida tiene un valor y un sentido,
creo que me quieres y me ayudas,
creo en Ti, Señor, pero ayuda mi poca fe.

Un cordial abrazo para todos, Manel

domingo, 30 de septiembre de 2007

Domingo XXVI - 30 de septiembre 2007

Queridos amigos y amigas,
la gran esperanza de los creyentes es que la justicia de Dios no es como la justicia de los hombres. Porque la justicia de Dios es el punto de referencia del uso de la libertad humana. Dios tiene un proyecto sobre el mundo y sobre cada uno de nosotros. Y si nuestras opciones son contrarias a este proyecto, y no rectificamos a tiempo, la coherencia de Dios no nos podrá librar del camino de perdición que hemos escogido; mientras que, por el contrario, si nuestras opciones son fieles al plan de Dios, la coherencia de Dios nos acogerá con alegría y nos salvaremos.
Todo esto es lo que nos pone de relieve la parábola que nos presenta el evangelio de hoy.
La escena nos muestra un hombre rico (al que la tradición ha llamado Epulón, que, en realidad, significa simplemente banqueteador, ya que dice que celebraba esplendidas fiestas); y, a la vez, Lázaro, el prototipo del pobre bíblico. El rico vivía muy bien e ignoraba al indigente que se hallaba en el portal de su casa y al que ni siquiera le dejaban entrar en la sala del banquete para alimentarse de las sobras de la mesa.
Mueren los dos, explica la parábola, y la indigencia es cambiada en riqueza, y el lujo, en miseria. Así es la justícia de Dios.
Pero mucho cuidado con terminar aquí la parábola, como a veces se ha hecho. Si la terminamos aquí, pudiera parecer que se trata de una invitación al pobre a aceptar su situación en esta vida, a resignarse y cargar con su cruz, a no rebelarse contra la injusticia humana, y tranquilos que Dios ya lo arreglará en la vida eterna...
No.
La parábola continua y va dirigida a los cinco hermanos del hombre rico que viven, en este mundo, de espaldas a los pobres, y no hacen caso del proyecto de Dios, que es la justícia. No hacen caso de Amós (el profeta), ni hacen caso ni siquiera después de que un muerto ha resucitado (Cristo). Y es que el dinero deshumaniza tremendamente a las personas.
Cuando el Papa Juan Pablo II acudió a la ONU utilizó esta parábola, diciendo: es urgente traducir esta parábola del evangelio en términos de derechos humanos, y reaccionar...
Y es que en un mundo donde mil millones de personas viven por debajo del nivel de absoluta pobreza (que no disponen ni siquiera de un dólar diario para subsistir), no podemos decir que estamos actuando de acuerdo con el proyecto de Dios. Por eso, no podemos quedarnos insensibles.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana. Manel

sábado, 22 de septiembre de 2007

Domingo 25 de durante el año - 23-9-2007

Queridos amigos y amigas, de regreso ya de nuevo a la Parroquia, nos disponemos a empezar un nuevo curso, que deseo sea provechoso para todos.
Y vamos con el comentario semanal de la liturgia del domingo.
La parábola que nos presenta hoy el evangelio -un caso de malversación de bienes- podría figurar entre las noticias de cualquier periódico. Pero, por eso mismo, hay que entenderla bien. Porque si Jesús llegará a alabar la conducta del administrador, no será por la integridad del personaje, sino por su habilidad en procurarse un futuro. Y ésta es la enseñanza que nos quiere transmitir la parábola: cómo hemos de actuar con nuestros bienes para saber ganarnos nuestro futuro, que no es otro que la salvación, la felicidad eterna.
En tiempo de Jesús, los administradores no percibían ningún sueldo por su gestión, sino que vivían de las comisiones; unas comisiones que habitualmente eran abusivas para los acreedores. Y así, la parábola presenta un administrador que a causa de un fraude a su amo, teme quedarse sin trabajo. ¿Qué hace, entonces? Intentar ganarse amigos de cara al futuro. ¿Cómo? Llamando a los acreedores y renunciando a sus comisiones. El que debía cien bidones de aceite, debía en realidad cincuenta, y los otros cincuenta eran de la comisión del administrador; el que debía cien sacos de trigo, debía en realidad ochenta, y los otros veinte eran de la comisión del administrador. De esta manera, l'administrador, renunciando a sus comisiones, se gana a dos personas, dos posibles amigos que le podrán dar trabajo.
Jesús dice: este administrador de riqueza engañosa ha sido prudente...y es que en el trato con la gente de este estilo, los hombres del mundo son más prudentes que los hijos de la luz...
Nosotros somos administradores de todos los bienes recibidos de Dios, y es con estos bienes con los que nos hemos de ganar a quien nos reciba eternamente en su casa...Entre estos bienes hay el dinero, y observamos, por desgracia,que éste es causa de perdición para mucha gente. Por eso la parábola acaba con una frase lapidaria: no podéis servir a Dios y al dinero. Y es que el amor al dinero se convierte, de hecho, en una idolatría.
El afán de dinero es la frontera que divide el mundo en dos bandos: los ricos y los pobres, los opresores y los oprimidos. El ansia de dinero es el enemigo de cualquier convivencia humana fraterna y justa. Esto es algo que ha pasado toda la vida, y ya el profeta Amós, en la primera lectura de hoy lo denuncia: para tener un esclavo, compran con dinero a la gente necesitada; y con un par de sandalias compran a un pobre...Pero el Señor jura por la gloria de Jacob que no olvidará todo esto que hacen...
Inmersos como estamos en un sistema económico neoliberal, es preciso que nos preguntemos seriamente cómo podremos seguir siendo cristianos en este ambiente. No hipotequemos la felicitad eterna al mal uso de nuestros bienes materiales.

Amigos y amigas, hasta la próxima semana. Manel

domingo, 9 de septiembre de 2007

Domingo 24 durante el año - 16 de septiembre 2007

Queridos amigos y amigas, avanzo el comentario del pròximo domingo, ya que estaré fuera.
El texto completo nos ofrece tres parábolas, conocidas con el nombre de parábolas de la misericordia, muy propias de Lucas: la oveja perdida, la mujer que pierde una moneda y la famosa parábola del Padre acogedor o del hijo pródigo.
En un momento determinado, Jesús es acusado de acoger a los pecadores. Pecador, en tiempo de Jesús, era sinónimo de persona menospreciada, marginada de hecho y de derecho por su mala conducta. Y Jesús viene a darnos una lección que muestra la conducta de Dios con los pecadores: odiar el pecado, pero acoger a la persona que obra el mal. Dios va en busca de la oveja descarriada, se pone a barrer hasta encontrar la moneda perdida y sube al terrado para ver si vuelve el hijo perdido.
Este evangelio, como casi todos, tiene una aplicación personal y una dimensión comunitaria. Personalmente nos hace confiar plenamente en un Padre Dios que en contraposiciòn con el hermano del hijo pródigo, ama a las personas. Y comunitariamente nos ha de hacer pensar en la manera de organizar nuestro estilo pastoral. Porque nosotros, muchas veces, contrariamente a lo que nos enseñan las parábolas de hoy, nos dedicamos a mantener lo poco que tenemos y no vamos a buscar lo que hemos perdido. Resulta muy duro ir a buscar la oveja perdida (y eso que nosotros, al revés de la parábola, tenemos una en casa y hemos perdido noventa y nueve...), como resulta también fatigoso barrer la casa para encontrar una moneda. Ya tenemos bastantes... De alguna manera actuamos como el hermano mayor: él ya estaba bien con la ausencia de su hermano, no le disputaba nadie ninguna parcela. Pero no entendía que una familia nunca está completa mientras falta alguien. En nuestras comunidades faltan muchas personas, y no podemos quedarnos tan tranquilos.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana.
Manel

sábado, 8 de septiembre de 2007

Domingo XXIII durante el año

Queridos amigos y amigas, el evangelio no engaña a nadie, y el texto de hoy es una buena muestra. Seguir a Jesús no es fácil. Seguir a Jesús exige darlo todo, y quien no quiera o no esté dispuesto, que no se lance. Este planteamiento, sin embargo, es la meta, la perfección, y para llegar a este final, hay todo un camino para recorrer. Un camino duro. Un camino en el que habrá de todo: caídas y esfuerzos por levantarse, decepciones, e ilusiones, momentos de oscuridad y momentos brillantes y gozosos.
Jesús, en concreto, propone como senderos para seguirle tres proposiciones radicales:
a) disposición a subirdinarlo todo, y si es necesarió aún lo más íntimo y próximio, como es la familia, a la adhesión a El, a su Reino y a su evangelio.
b) disposición para cargar con la cruces que surjan como consecuencia de ser fieles al evangelio
c) y disposición a renunciar a todo, si fuera necesario.

Si somos sinceros, seguro que nos encontramos muy lejos de estas disposiciones y tal vez no lleguemos nunca, pero no podemos renunciar a la utopia. La fe nos es concedida una vez para siempre, pero la hemos de ir acogiendo a la largo de nuestra vida, sobre todo cuando la intervención de Dios a través de los llamados signos de los tiempos nos obliga a dar una respuesta a la llamada que El nos hace.
El camino es difícil y exige mucho, y por eso el evangelio acaba con una invitación a partir de la propia realidad personal. ¿Cómo adquirir las fuerzas necesarias para recorrer mi camino cristiano?
Amigos y amigas, hasta la próxima semana.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Domingo XXII - 2 de septiembre 2007

Queridos amigos y amigas, ha llegado septiembre y esto quiere decir que todo empieza a oler, para muchos, a normalidad...
Vamos con el evangelio de hoy.
La parábola que nos presenta puede parecer copiado de uno de aquellos libros que llamábamos de urbanidad, y que nos enseñaban normas para saber estar y comportarse en la vida. Pero está claro que hay una importante diferencia, porque a Jesús no le preocupan tanto las actitudes exteriores como las interiores. Unas revelan las otras, pero loque verdaderamente cuenta es la opción interior de las personas.
Jesús, por lo tanto, enseña, sobre todo, dos cosas: en su Reino quien se enaltece será humillado i quien se humilla, será enaltecido; y, por otra parte, la verdadera recompensa será para aquellos y aquellas que no han buscado ni han recibido ninguna recompensa por sus acciones.
Estas dos enseñanzas, sin embargo, hay que entenderlas correctamente.
La humildad, decía santa Teresa de Jesús, es la verdad, y humillarse no quiere decir negar las proias cualidades, ni coger complejos de inferioridad, ni poseer una baja autoestima; humildad quiere decir reconocer que todo lo que somos y todo lo que recibimos, sobre todo en el campo de la fe, es don gratuito de Dios, y que nuestros méritos o trabajos parten siempre de las oportunidades que Dios nos da, empezando por el don de la vida.
No esperar ninguna recompensa no quiere decir renunciar a la alegría y legítima satisfacción por el don de dar, sino no obrar para tener a los demás agradecidos a nuestros pies, creando de esta manera dependencias injustas. La tentación es muy sutil y hay que estar atentos para no dejar aparecer nuestros intereses en nombre de la solidaridad y la generosidad.
En definitiva, las dos enseñanzas se complementan: gratuitamente hemos recibido lo que somos y lo que tenemos, y gratuitamente lo tenemos que compartir con los demás. Este es el estilo del Reino.
Y si aplicamos el evangelio de hoy a nuestras comunidades, está claro que una comunidad cristiana fidel al evangelio ha de renunciar a cualquier clase de honores y privilegios, y ha de estar abierta a todos y sentar muy especialmente a la mesa a los más pobres, a los últimos y a los más débiles.
¿Son así nuestras comunidades?
Amigos y amigas, id pensando en el nuevo curso, y hasta el próximo domingo
Manel

sábado, 25 de agosto de 2007

Domingo XXI -26 de agosto 2007

Queridos amigos y amigas
El evangelio de hoy, continuando el viaje de Jesús hacia Jerusalén, nos muestra tres instrucciones de interés, frente a interrogantes que le plantean discípulos suyos y que nos podemos plantear también nosotros.
En primer lugar, uno le pregunta explícitamente: Señor ¿son pocos los que se salvan? La pregunta es incorrecta. Incide en la cantidad, cuando lo verdaderamente importante es el cómo, no el cuántos. Además, salvados estamos todos. Si acaso la pregunta sería: Señor, cómo he de adecuar mi conducta para que pueda participar de la salvación?
Por eso Jesús responde a la pregunta con la imagen de la puerta estrecha. El texto paralelo al de hoy en el evangelista Mateo habla de puertas y de caminos: la puerta que conduce a la perdición es amplia y el camino, ancho, mientras que la puerta de la vida es pequeña y el camino estrecho. Estas imágenes de las puertas y los caminos están tomadas del libro del Deuteromonio y del lenguaje de los profetas. El camino de la vida, de la salvación, es el camino de las bienventuranzas, o sea, amar a Dios y a los demás, saber perdonar, ser sincero,solidario, luchador por la paz, etc,; mientras que el camino de la perdición son las actitudes contrarias a las bienaventuranzas o sea el egoísmo, la violencia, la hipocresía, la mentira...
Claro que esta terminología de los caminos anchos y estrechos puede sorprender a la mentalidsad actual y más de uno puede preguntar sei lo que se dice es que el camino del mal es siempre fácil y agradabley el camino del bien, siempre duro y angustioso. Sabemos que no siempre es así y que lo que cuenta de verdad es la coherencia con nuestra conciencia.
Por otra parte, la segunda instrucción de Jesús es para salir al paso de una tentación que nos puede afectar a todos y es pensar que con una serie de prácticas religiosas ya tenemos a Dios en el bolsillo y ya hemos hecho méritos para salvarnos. No. La puerta estrecha significa que a los ritos se ha de añadir una religión que impregne la vida y la oriente hacia la práctica de ñla caridad, la justicia, la paz y la libertad.
Y finalmente, la tercera instrucción es hacernos ver que algunos piensan, entre ellos los judíos, en una admisión elitista en el Reino dwe Dios, están equivocados. En el Reino de Dios caben todos los justos de la tierra que trabajen y luchen, que amen y que se esfuercen por mantener viva la llama de su fe.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana, y buen final de vacaciones, para los que todavía ténéis esta suerte.
Manel

viernes, 17 de agosto de 2007

Domingo XX durante el año

Queridos amigos y amigas, paz y bien en este nuevo domingo.
Ya quedó explicado que el evangelista Lucas articula gran parte de su evangelio en torno al viaje de Jesús desde Galilea a Jerusalén, y es en este camino donde Jesús va dictando a sus discípulos un auténtico cuaderno de ruta para la que será después su misión.
El primer punto que llama la atención en el texto de hoy son las expresiones "he venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo" y "no penséis que he venido a traer paz al mundo, sino división"... Unas afirmaciones que a primera vista, sin duda, resultan desconcertantes.
¿Preconiza Cristo el sentido belicoso, la violencia y la división entre las personas? ¿?No se contradicen estas palabras con tantos y tantos otros textos que encontramos en los evangelios?.
Es obvio que no y, por lo tanto, tendremos que entender bien qué quiere decir Jesús cuando dice esto.
El fuego, como ya es sabido, significa en la Bíblia un signo de la presencia activa de Dios en el mundo (recordad el pasaje del Sinaí y otros muchos). El fuego ilumina, calienta, deshiela... y éste es el fuego que Jesús ha venido a traer al mundo. Su misión no es condenar al mundo, sino salvarlo, y Cristo mismo es el fuego de la presencia activa de Dios en un mundo ahogado por el frío y el desamor. Esta será también la misión de los cristians y cristianos que sigamos al Cristo.
Y en relación con la paz, las palabras de Jesús se entienden bien, porque la comunidad cristiana a la cual dirige Lucas su evangelio ya ha experimentado en su propia carne la persecución a causa de Cristo. Jesús ha venido a traer al mundo la paz auténtica que es fruto de la justícia y de la libertad, no la paz de los falsos pacifistas, o de los resignados fatalistas, o la paz de los muertos. Jesús ha venido a traer vida, y el mismo Lucas, en el inicio del evangelio, ponía en boca de Simeón, dirigiéndose a María, que aquel Hijo "sería signo de contradicción". En la comunidad de Lucas ya empezaba a ser frecuente que la adhesión personal a Jesús por parte de un judío o de un pagano fuera causa de rechazo, y muchas veces por parte de los mismos miembros de la família, o del círculo de amigos.
Podríamos decir, pues, queridos amigos y amigas, que el evangelio de hoy es una advertencia y una premonición: "todos los profetas, que luchen por la presencia activa de Dios en el mundo (fuego) y el triunfo de la justícia y la libertad, como fundamentos de la verdadera paz, sufrirán incomprensiones y persecuciones y hasta la misma muerte, como el Cristo (su bautismo de sangre).
Con el deseo de que tengáis un feliz domingo y una buena semana, hasta la próxima, si Dios quiere, Manel.

Domingo XX de durante el año

sábado, 11 de agosto de 2007

Domingo XIX durante el año

Queridos amigos y amigas, buen domingo.
El evangelio de hoy, en su primer párrafo, es una continuación del texto del domingo pasado. Entonces se nos decía "es preciso hacerse rico a los ojos de Dios", y hoy nos dicen "atesorad un tesoro en el cielo...Donde tengáis vuestro tesoro, allí tendréis vuestro corazon"
Queda claro, entre los dos textos, que el paso del ser humano por este mundo, desde el punto de vista de una persona creyente, queda enmarcado en el equilibrio entre estos tres ejes:
–el ser humano es un ser de necesidades materiales, y precisa de unos bienes que le posibiliten vivir de acuerdo con su dignidad, pero siempre en comunión con las necesidades y la dignidad de los otros
–por otra parte, la duración de la existencia humana es pasajera y caduca, y su final siempre es incierto
–por lo tanto, consciente de esta realidad, la persona humana que cree en una trascendencia más allá de esta vida, relativiza el afan de posesión de bienes materiales y sabe que lo que cuenta a los ojos de Dios son los bienes del espíritu, los valores del Reino y el sentido de una vida provechosa y aprovechada.

Pero conseguir este equilibrio no es fácil, y aquí viene la segunda parte del evangelio de hoy: " la necesidad de una vigilancia activa sobre nosotros mismos y sobre nuestras comunidades, a fin de no acomodarnos al espíritu contrario al proyecto de Dios".
Antes de la venida definitiva de Dios para llamarnos de esta vida, hay numerosas venidas y presencias de Dios en la vida cotidiana personal y eclesial. Y es a estas llegadas a las que hay que estar vigilantes y atentos.
Ojo, finalmente, con las últimas palabras de la lectura de hoy: "todo el mundo exige mucho de aquellos a los que les ha dado mucho, todo el mundo reclama más de aquellos a los que ha dado más...
Nosotros somos unos auténticos privilegiados,y esto ha de urgirnos a exigirnos más en el sentido que le queremos dar a nuestra vida.

Amigos y amigas, buena reflexión, buen calor, y hasta la semana próxima. Manel