sábado, 25 de agosto de 2007

Domingo XXI -26 de agosto 2007

Queridos amigos y amigas
El evangelio de hoy, continuando el viaje de Jesús hacia Jerusalén, nos muestra tres instrucciones de interés, frente a interrogantes que le plantean discípulos suyos y que nos podemos plantear también nosotros.
En primer lugar, uno le pregunta explícitamente: Señor ¿son pocos los que se salvan? La pregunta es incorrecta. Incide en la cantidad, cuando lo verdaderamente importante es el cómo, no el cuántos. Además, salvados estamos todos. Si acaso la pregunta sería: Señor, cómo he de adecuar mi conducta para que pueda participar de la salvación?
Por eso Jesús responde a la pregunta con la imagen de la puerta estrecha. El texto paralelo al de hoy en el evangelista Mateo habla de puertas y de caminos: la puerta que conduce a la perdición es amplia y el camino, ancho, mientras que la puerta de la vida es pequeña y el camino estrecho. Estas imágenes de las puertas y los caminos están tomadas del libro del Deuteromonio y del lenguaje de los profetas. El camino de la vida, de la salvación, es el camino de las bienventuranzas, o sea, amar a Dios y a los demás, saber perdonar, ser sincero,solidario, luchador por la paz, etc,; mientras que el camino de la perdición son las actitudes contrarias a las bienaventuranzas o sea el egoísmo, la violencia, la hipocresía, la mentira...
Claro que esta terminología de los caminos anchos y estrechos puede sorprender a la mentalidsad actual y más de uno puede preguntar sei lo que se dice es que el camino del mal es siempre fácil y agradabley el camino del bien, siempre duro y angustioso. Sabemos que no siempre es así y que lo que cuenta de verdad es la coherencia con nuestra conciencia.
Por otra parte, la segunda instrucción de Jesús es para salir al paso de una tentación que nos puede afectar a todos y es pensar que con una serie de prácticas religiosas ya tenemos a Dios en el bolsillo y ya hemos hecho méritos para salvarnos. No. La puerta estrecha significa que a los ritos se ha de añadir una religión que impregne la vida y la oriente hacia la práctica de ñla caridad, la justicia, la paz y la libertad.
Y finalmente, la tercera instrucción es hacernos ver que algunos piensan, entre ellos los judíos, en una admisión elitista en el Reino dwe Dios, están equivocados. En el Reino de Dios caben todos los justos de la tierra que trabajen y luchen, que amen y que se esfuercen por mantener viva la llama de su fe.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana, y buen final de vacaciones, para los que todavía ténéis esta suerte.
Manel