sábado, 28 de julio de 2007

Domingo XVII - 29 de julio 2007

Señor, enséñanos a rezar...
Queridos amigos y amigas, buen domingo y provechosa reflexión sobre el evangelio.
La oración, juntamente con la limosna y el ayuno, era, como es bien conocido, una de las prácticas religiosas habituales del pueblo judío. Y de hecho, el evangelista Lucas es quien precisamente se encarga de situar a Jesús muchas veces en oración, como buen judío.
Sin embargo, también es cierto que estas tres prácticas, como también se encargará Jesús de denunciar, se habían quedado en fórmulas externas y vacías, sin ninguna vinculación interior.
Por eso, cuando aparecía un maestro era frecuente que se le acercasen discípulos a pedirle: ensçeñanos una oración. Lo hicieron con Juan Bautista y el evangelio de hoy dice que lo hace también un discípulo con Jésús.
Entonces Jesús no sólo enseña una oración, sino que da una catequesis sobre las actitudes o condiciones que tenemos que tener cuando oremos.
La oración que enseña Jesús es el Padrenuestro, aunque Lucas la formula de manera más breve que Mateo (que es la versión que habitualmente rezamos) Lucas presenta una oración filial (Padre, porque todos somos hijos e hijas, hermanos y hermanas), santificado sea tu nombre (en la Bíblia el nombre es la persona); y que venga el Reino (que es la justicia). Y para vivir como discípulos que están a la espera del Reino, es necesario compartir el pan, perdonar, pedir perdón y estar atentos para no caer en la tentación de desviarnos del proyecto de Dios.
El Padrenuestro, en síntesis, es el resumen del evangelio.
Y en la segunda parte del texto de hoy, Jesús indica las cuatro condiciones para una buena actitud de oración: atención, humildad, confianza e insistencia.
La atención es obvia tanto para dirigirnos a Dios como para escucharlo, que es también una manera de rezar.
Humildad es el reconocimiento de nuestras fragilidades, y es la base tanto para pedir como para dar gracias.
La confianza la da el saber que Dios nos ama, procura siempre nuestro bien y no nos defrauda.
Y la insistencia queda patente tanto en la figura de Abraham (primera lectura), como en el amigo impertinente que llega a medianoche.
Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y Dios os abrirá... Dios quiere contar siempre con la colaboración humana.
Y el evangelio acaba hoy con una promesa: El Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan. No dejemos de pedirlo (c0n atención, con humildad, con confianza y con insistencia...)

Amigos y amigas, buen verano, y hasta el próximo domingo. Manel

Domingo XVII - 29 de julio 2007-