Queridos amigos y amigas, llegamos hoy al último domingo de Cuaresma, que nos presenta la tercera de las catequesis que recibían los catecúmenos antes de su bautismo. Se trata del triunfo de la vida sobre la muerte, de los signos de vida, sobre los signos de muerte. Lázaro retorna a la vida; nosotros, por el bautismo, recibimos la vida de la fe.
Recopilemos: el agua del bautismo calma nuestra sed interior; la luz nos saca de la oscuridad; y el agua y la luz, generan la vida nueva, la vida del espíritu. Este es el proceso de nuestra fe, simbolizado en el bautismo.
Jesús, a la largo de sus autodefiniciones, hizo una auténtica apología de la vida: Yo soy la resurrección y la vida.. Yo soy el camino, la verdad y la vida...Yo he venido para que tengáis vida y la tengáis en abundancia... Yo soy el buen pastor que da la vida por sus ovejas... Y el evangelio de hoy nos presenta el gesto de hacer revivir a Lázaro como un simbolo de que la vida del espíritu es permanente y no está llamada a morir, sino a vivir: nuestro amigo Lázaro duerme, voy a despertarlo...
Al tratarse de un hecho milagroso, hay que evitar quedarnos solamente en esto. A Cristo hay que mirarlo no solamente para admirarlo, sino para imitarlo. El evangelista Juan coloca este hecho (que es el séptimo milagro en su evangelio) como un antecedente de la muerte misma de Jesús: morirá, pero la muerte no triunfará sobre El.
Por otra parte, como habréis comprobado, y en relación con Marta, la hermana de Lázaro, el evangelio es una espléndida catequesis sobre la fe en la resurrecció.
El planteamiento que hace Marta es muy correcto: si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
La respuesta de Jesús: los que cren en mi, aunque hayan muerto, vivirán, y todos los que viveny creen en mi, no morirán para siempre. ¿Crees tu esto?
Acto de fe y de confianza por parte de Marta: –Sí, Senyor, creo que eres el Mesías, el que había de venir al mundo...
Amigos y amigas, se acerca la Pascua, tiempo propicio para revitalizar nuestro espíritu, para revitalizar nuestras comunidades, y para revitalizar la sociedad que nos rodea. A nuestro alrededor, la primavera nos marcará el camino. La naturaleza, renovada y revitalizada, convida al ser humano a hacer lo mismo. No la defraudemos.
Y hasta aquí, mi comentario.
Hasta la próxima, un abrazo muy cordial
Manel Simó
sábado, 8 de marzo de 2008
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