Queridos amigos y amigas, ha llegado septiembre y esto quiere decir que todo empieza a oler, para muchos, a normalidad...
Vamos con el evangelio de hoy.
La parábola que nos presenta puede parecer copiado de uno de aquellos libros que llamábamos de urbanidad, y que nos enseñaban normas para saber estar y comportarse en la vida. Pero está claro que hay una importante diferencia, porque a Jesús no le preocupan tanto las actitudes exteriores como las interiores. Unas revelan las otras, pero loque verdaderamente cuenta es la opción interior de las personas.
Jesús, por lo tanto, enseña, sobre todo, dos cosas: en su Reino quien se enaltece será humillado i quien se humilla, será enaltecido; y, por otra parte, la verdadera recompensa será para aquellos y aquellas que no han buscado ni han recibido ninguna recompensa por sus acciones.
Estas dos enseñanzas, sin embargo, hay que entenderlas correctamente.
La humildad, decía santa Teresa de Jesús, es la verdad, y humillarse no quiere decir negar las proias cualidades, ni coger complejos de inferioridad, ni poseer una baja autoestima; humildad quiere decir reconocer que todo lo que somos y todo lo que recibimos, sobre todo en el campo de la fe, es don gratuito de Dios, y que nuestros méritos o trabajos parten siempre de las oportunidades que Dios nos da, empezando por el don de la vida.
No esperar ninguna recompensa no quiere decir renunciar a la alegría y legítima satisfacción por el don de dar, sino no obrar para tener a los demás agradecidos a nuestros pies, creando de esta manera dependencias injustas. La tentación es muy sutil y hay que estar atentos para no dejar aparecer nuestros intereses en nombre de la solidaridad y la generosidad.
En definitiva, las dos enseñanzas se complementan: gratuitamente hemos recibido lo que somos y lo que tenemos, y gratuitamente lo tenemos que compartir con los demás. Este es el estilo del Reino.
Y si aplicamos el evangelio de hoy a nuestras comunidades, está claro que una comunidad cristiana fidel al evangelio ha de renunciar a cualquier clase de honores y privilegios, y ha de estar abierta a todos y sentar muy especialmente a la mesa a los más pobres, a los últimos y a los más débiles.
¿Son así nuestras comunidades?
Amigos y amigas, id pensando en el nuevo curso, y hasta el próximo domingo
Manel
sábado, 1 de septiembre de 2007
sábado, 25 de agosto de 2007
Domingo XXI -26 de agosto 2007
Queridos amigos y amigas
El evangelio de hoy, continuando el viaje de Jesús hacia Jerusalén, nos muestra tres instrucciones de interés, frente a interrogantes que le plantean discípulos suyos y que nos podemos plantear también nosotros.
En primer lugar, uno le pregunta explícitamente: Señor ¿son pocos los que se salvan? La pregunta es incorrecta. Incide en la cantidad, cuando lo verdaderamente importante es el cómo, no el cuántos. Además, salvados estamos todos. Si acaso la pregunta sería: Señor, cómo he de adecuar mi conducta para que pueda participar de la salvación?
Por eso Jesús responde a la pregunta con la imagen de la puerta estrecha. El texto paralelo al de hoy en el evangelista Mateo habla de puertas y de caminos: la puerta que conduce a la perdición es amplia y el camino, ancho, mientras que la puerta de la vida es pequeña y el camino estrecho. Estas imágenes de las puertas y los caminos están tomadas del libro del Deuteromonio y del lenguaje de los profetas. El camino de la vida, de la salvación, es el camino de las bienventuranzas, o sea, amar a Dios y a los demás, saber perdonar, ser sincero,solidario, luchador por la paz, etc,; mientras que el camino de la perdición son las actitudes contrarias a las bienaventuranzas o sea el egoísmo, la violencia, la hipocresía, la mentira...
Claro que esta terminología de los caminos anchos y estrechos puede sorprender a la mentalidsad actual y más de uno puede preguntar sei lo que se dice es que el camino del mal es siempre fácil y agradabley el camino del bien, siempre duro y angustioso. Sabemos que no siempre es así y que lo que cuenta de verdad es la coherencia con nuestra conciencia.
Por otra parte, la segunda instrucción de Jesús es para salir al paso de una tentación que nos puede afectar a todos y es pensar que con una serie de prácticas religiosas ya tenemos a Dios en el bolsillo y ya hemos hecho méritos para salvarnos. No. La puerta estrecha significa que a los ritos se ha de añadir una religión que impregne la vida y la oriente hacia la práctica de ñla caridad, la justicia, la paz y la libertad.
Y finalmente, la tercera instrucción es hacernos ver que algunos piensan, entre ellos los judíos, en una admisión elitista en el Reino dwe Dios, están equivocados. En el Reino de Dios caben todos los justos de la tierra que trabajen y luchen, que amen y que se esfuercen por mantener viva la llama de su fe.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana, y buen final de vacaciones, para los que todavía ténéis esta suerte.
Manel
El evangelio de hoy, continuando el viaje de Jesús hacia Jerusalén, nos muestra tres instrucciones de interés, frente a interrogantes que le plantean discípulos suyos y que nos podemos plantear también nosotros.
En primer lugar, uno le pregunta explícitamente: Señor ¿son pocos los que se salvan? La pregunta es incorrecta. Incide en la cantidad, cuando lo verdaderamente importante es el cómo, no el cuántos. Además, salvados estamos todos. Si acaso la pregunta sería: Señor, cómo he de adecuar mi conducta para que pueda participar de la salvación?
Por eso Jesús responde a la pregunta con la imagen de la puerta estrecha. El texto paralelo al de hoy en el evangelista Mateo habla de puertas y de caminos: la puerta que conduce a la perdición es amplia y el camino, ancho, mientras que la puerta de la vida es pequeña y el camino estrecho. Estas imágenes de las puertas y los caminos están tomadas del libro del Deuteromonio y del lenguaje de los profetas. El camino de la vida, de la salvación, es el camino de las bienventuranzas, o sea, amar a Dios y a los demás, saber perdonar, ser sincero,solidario, luchador por la paz, etc,; mientras que el camino de la perdición son las actitudes contrarias a las bienaventuranzas o sea el egoísmo, la violencia, la hipocresía, la mentira...
Claro que esta terminología de los caminos anchos y estrechos puede sorprender a la mentalidsad actual y más de uno puede preguntar sei lo que se dice es que el camino del mal es siempre fácil y agradabley el camino del bien, siempre duro y angustioso. Sabemos que no siempre es así y que lo que cuenta de verdad es la coherencia con nuestra conciencia.
Por otra parte, la segunda instrucción de Jesús es para salir al paso de una tentación que nos puede afectar a todos y es pensar que con una serie de prácticas religiosas ya tenemos a Dios en el bolsillo y ya hemos hecho méritos para salvarnos. No. La puerta estrecha significa que a los ritos se ha de añadir una religión que impregne la vida y la oriente hacia la práctica de ñla caridad, la justicia, la paz y la libertad.
Y finalmente, la tercera instrucción es hacernos ver que algunos piensan, entre ellos los judíos, en una admisión elitista en el Reino dwe Dios, están equivocados. En el Reino de Dios caben todos los justos de la tierra que trabajen y luchen, que amen y que se esfuercen por mantener viva la llama de su fe.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana, y buen final de vacaciones, para los que todavía ténéis esta suerte.
Manel
viernes, 17 de agosto de 2007
Domingo XX durante el año
Queridos amigos y amigas, paz y bien en este nuevo domingo.
Ya quedó explicado que el evangelista Lucas articula gran parte de su evangelio en torno al viaje de Jesús desde Galilea a Jerusalén, y es en este camino donde Jesús va dictando a sus discípulos un auténtico cuaderno de ruta para la que será después su misión.
El primer punto que llama la atención en el texto de hoy son las expresiones "he venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo" y "no penséis que he venido a traer paz al mundo, sino división"... Unas afirmaciones que a primera vista, sin duda, resultan desconcertantes.
¿Preconiza Cristo el sentido belicoso, la violencia y la división entre las personas? ¿?No se contradicen estas palabras con tantos y tantos otros textos que encontramos en los evangelios?.
Es obvio que no y, por lo tanto, tendremos que entender bien qué quiere decir Jesús cuando dice esto.
El fuego, como ya es sabido, significa en la Bíblia un signo de la presencia activa de Dios en el mundo (recordad el pasaje del Sinaí y otros muchos). El fuego ilumina, calienta, deshiela... y éste es el fuego que Jesús ha venido a traer al mundo. Su misión no es condenar al mundo, sino salvarlo, y Cristo mismo es el fuego de la presencia activa de Dios en un mundo ahogado por el frío y el desamor. Esta será también la misión de los cristians y cristianos que sigamos al Cristo.
Y en relación con la paz, las palabras de Jesús se entienden bien, porque la comunidad cristiana a la cual dirige Lucas su evangelio ya ha experimentado en su propia carne la persecución a causa de Cristo. Jesús ha venido a traer al mundo la paz auténtica que es fruto de la justícia y de la libertad, no la paz de los falsos pacifistas, o de los resignados fatalistas, o la paz de los muertos. Jesús ha venido a traer vida, y el mismo Lucas, en el inicio del evangelio, ponía en boca de Simeón, dirigiéndose a María, que aquel Hijo "sería signo de contradicción". En la comunidad de Lucas ya empezaba a ser frecuente que la adhesión personal a Jesús por parte de un judío o de un pagano fuera causa de rechazo, y muchas veces por parte de los mismos miembros de la família, o del círculo de amigos.
Podríamos decir, pues, queridos amigos y amigas, que el evangelio de hoy es una advertencia y una premonición: "todos los profetas, que luchen por la presencia activa de Dios en el mundo (fuego) y el triunfo de la justícia y la libertad, como fundamentos de la verdadera paz, sufrirán incomprensiones y persecuciones y hasta la misma muerte, como el Cristo (su bautismo de sangre).
Con el deseo de que tengáis un feliz domingo y una buena semana, hasta la próxima, si Dios quiere, Manel.
Ya quedó explicado que el evangelista Lucas articula gran parte de su evangelio en torno al viaje de Jesús desde Galilea a Jerusalén, y es en este camino donde Jesús va dictando a sus discípulos un auténtico cuaderno de ruta para la que será después su misión.
El primer punto que llama la atención en el texto de hoy son las expresiones "he venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo" y "no penséis que he venido a traer paz al mundo, sino división"... Unas afirmaciones que a primera vista, sin duda, resultan desconcertantes.
¿Preconiza Cristo el sentido belicoso, la violencia y la división entre las personas? ¿?No se contradicen estas palabras con tantos y tantos otros textos que encontramos en los evangelios?.
Es obvio que no y, por lo tanto, tendremos que entender bien qué quiere decir Jesús cuando dice esto.
El fuego, como ya es sabido, significa en la Bíblia un signo de la presencia activa de Dios en el mundo (recordad el pasaje del Sinaí y otros muchos). El fuego ilumina, calienta, deshiela... y éste es el fuego que Jesús ha venido a traer al mundo. Su misión no es condenar al mundo, sino salvarlo, y Cristo mismo es el fuego de la presencia activa de Dios en un mundo ahogado por el frío y el desamor. Esta será también la misión de los cristians y cristianos que sigamos al Cristo.
Y en relación con la paz, las palabras de Jesús se entienden bien, porque la comunidad cristiana a la cual dirige Lucas su evangelio ya ha experimentado en su propia carne la persecución a causa de Cristo. Jesús ha venido a traer al mundo la paz auténtica que es fruto de la justícia y de la libertad, no la paz de los falsos pacifistas, o de los resignados fatalistas, o la paz de los muertos. Jesús ha venido a traer vida, y el mismo Lucas, en el inicio del evangelio, ponía en boca de Simeón, dirigiéndose a María, que aquel Hijo "sería signo de contradicción". En la comunidad de Lucas ya empezaba a ser frecuente que la adhesión personal a Jesús por parte de un judío o de un pagano fuera causa de rechazo, y muchas veces por parte de los mismos miembros de la família, o del círculo de amigos.
Podríamos decir, pues, queridos amigos y amigas, que el evangelio de hoy es una advertencia y una premonición: "todos los profetas, que luchen por la presencia activa de Dios en el mundo (fuego) y el triunfo de la justícia y la libertad, como fundamentos de la verdadera paz, sufrirán incomprensiones y persecuciones y hasta la misma muerte, como el Cristo (su bautismo de sangre).
Con el deseo de que tengáis un feliz domingo y una buena semana, hasta la próxima, si Dios quiere, Manel.
sábado, 11 de agosto de 2007
Domingo XIX durante el año
Queridos amigos y amigas, buen domingo.
El evangelio de hoy, en su primer párrafo, es una continuación del texto del domingo pasado. Entonces se nos decía "es preciso hacerse rico a los ojos de Dios", y hoy nos dicen "atesorad un tesoro en el cielo...Donde tengáis vuestro tesoro, allí tendréis vuestro corazon"
Queda claro, entre los dos textos, que el paso del ser humano por este mundo, desde el punto de vista de una persona creyente, queda enmarcado en el equilibrio entre estos tres ejes:
–el ser humano es un ser de necesidades materiales, y precisa de unos bienes que le posibiliten vivir de acuerdo con su dignidad, pero siempre en comunión con las necesidades y la dignidad de los otros
–por otra parte, la duración de la existencia humana es pasajera y caduca, y su final siempre es incierto
–por lo tanto, consciente de esta realidad, la persona humana que cree en una trascendencia más allá de esta vida, relativiza el afan de posesión de bienes materiales y sabe que lo que cuenta a los ojos de Dios son los bienes del espíritu, los valores del Reino y el sentido de una vida provechosa y aprovechada.
Pero conseguir este equilibrio no es fácil, y aquí viene la segunda parte del evangelio de hoy: " la necesidad de una vigilancia activa sobre nosotros mismos y sobre nuestras comunidades, a fin de no acomodarnos al espíritu contrario al proyecto de Dios".
Antes de la venida definitiva de Dios para llamarnos de esta vida, hay numerosas venidas y presencias de Dios en la vida cotidiana personal y eclesial. Y es a estas llegadas a las que hay que estar vigilantes y atentos.
Ojo, finalmente, con las últimas palabras de la lectura de hoy: "todo el mundo exige mucho de aquellos a los que les ha dado mucho, todo el mundo reclama más de aquellos a los que ha dado más...
Nosotros somos unos auténticos privilegiados,y esto ha de urgirnos a exigirnos más en el sentido que le queremos dar a nuestra vida.
Amigos y amigas, buena reflexión, buen calor, y hasta la semana próxima. Manel
El evangelio de hoy, en su primer párrafo, es una continuación del texto del domingo pasado. Entonces se nos decía "es preciso hacerse rico a los ojos de Dios", y hoy nos dicen "atesorad un tesoro en el cielo...Donde tengáis vuestro tesoro, allí tendréis vuestro corazon"
Queda claro, entre los dos textos, que el paso del ser humano por este mundo, desde el punto de vista de una persona creyente, queda enmarcado en el equilibrio entre estos tres ejes:
–el ser humano es un ser de necesidades materiales, y precisa de unos bienes que le posibiliten vivir de acuerdo con su dignidad, pero siempre en comunión con las necesidades y la dignidad de los otros
–por otra parte, la duración de la existencia humana es pasajera y caduca, y su final siempre es incierto
–por lo tanto, consciente de esta realidad, la persona humana que cree en una trascendencia más allá de esta vida, relativiza el afan de posesión de bienes materiales y sabe que lo que cuenta a los ojos de Dios son los bienes del espíritu, los valores del Reino y el sentido de una vida provechosa y aprovechada.
Pero conseguir este equilibrio no es fácil, y aquí viene la segunda parte del evangelio de hoy: " la necesidad de una vigilancia activa sobre nosotros mismos y sobre nuestras comunidades, a fin de no acomodarnos al espíritu contrario al proyecto de Dios".
Antes de la venida definitiva de Dios para llamarnos de esta vida, hay numerosas venidas y presencias de Dios en la vida cotidiana personal y eclesial. Y es a estas llegadas a las que hay que estar vigilantes y atentos.
Ojo, finalmente, con las últimas palabras de la lectura de hoy: "todo el mundo exige mucho de aquellos a los que les ha dado mucho, todo el mundo reclama más de aquellos a los que ha dado más...
Nosotros somos unos auténticos privilegiados,y esto ha de urgirnos a exigirnos más en el sentido que le queremos dar a nuestra vida.
Amigos y amigas, buena reflexión, buen calor, y hasta la semana próxima. Manel
viernes, 3 de agosto de 2007
Domingo XVIII durante el año - 5 de agosto 2007
Queridos amigos y amigas, desde el calor de agosto, aunque celebremos hoy el reconfortante título de María de las Nieves, mi cordial saludo, estéis donde estéis, y mi comentario habitual del texto del evangelio que nos propone hoy la Iglesia.
Está claro que Cristo no vino a la tierra para ser un asesor de negocios materiales, sino un maestro del espíritu, un consejero espiritual.
Por eso, cuando uno le pide que haga de intermediario en una cuestión de dineros y herencias, su respuesta es guardaos de toda ambición...Son dos lenguajes diferentes, desde dos perspectivas diferentes.
La ambición y la codicia están hoy a la orden del día en muchas de las personas que nos rodean y provocan muchos dolores de cabeza y preocupaciones a mucha gente.
Por otra parte, es hasta cierto punto normal que sean actitudes dominantes en las personas que no ven otra dimensión en la vida que la dimensiòn puramente terrenal. Mirada la existencia desde esta óptica, la pretensiòn de gozarla y asegurarla es la máxima pretensión.
Jesús, sin embargo, nos hace volver a la realidad: aunque alguno tuviera dinero de sobras, sus bienes no le podrían asegurar la vida. Y presenta la parábola del rico insensato que planifica las cosas al margen de la realidad y del proyecto de Dios. Por eso concluye: no reúnas tesoros para tí mismo, sino que hazte rico a los ojos de Dios. Porque lo que da valor a una persona es lo que es espiritualmente valioso, y no lo que uno posee materialmente.
¿Qué quiere decir hacerse rico a los ojos de Dios? Compartir todo lo que somos y lo que tenemos con los más débiles y necesitados.
Como dice la primera lectura de las de hoy, los bienes de aquí son estrictamente vanidad, es decir, acaban con ls muerte y no pasan más allá.
El pensamiento global de Jesús sobre las riquezas y los bienes materiales no deja de ser impactante en el mundo de hoy, y el evangelio de hoy es una buena muestra. El listón lo puso muy alto, pero siempre podemos avanzar y crecer un poco más en la solidaridad y el saber compartir. Son las exigencias del mensaje de Jesús.
Amigos y amigas, suave verano, y a recopilar fuerzas para empezar un nuevo curso. Adiós, hasta el pròximo domingo. Manel
Está claro que Cristo no vino a la tierra para ser un asesor de negocios materiales, sino un maestro del espíritu, un consejero espiritual.
Por eso, cuando uno le pide que haga de intermediario en una cuestión de dineros y herencias, su respuesta es guardaos de toda ambición...Son dos lenguajes diferentes, desde dos perspectivas diferentes.
La ambición y la codicia están hoy a la orden del día en muchas de las personas que nos rodean y provocan muchos dolores de cabeza y preocupaciones a mucha gente.
Por otra parte, es hasta cierto punto normal que sean actitudes dominantes en las personas que no ven otra dimensión en la vida que la dimensiòn puramente terrenal. Mirada la existencia desde esta óptica, la pretensiòn de gozarla y asegurarla es la máxima pretensión.
Jesús, sin embargo, nos hace volver a la realidad: aunque alguno tuviera dinero de sobras, sus bienes no le podrían asegurar la vida. Y presenta la parábola del rico insensato que planifica las cosas al margen de la realidad y del proyecto de Dios. Por eso concluye: no reúnas tesoros para tí mismo, sino que hazte rico a los ojos de Dios. Porque lo que da valor a una persona es lo que es espiritualmente valioso, y no lo que uno posee materialmente.
¿Qué quiere decir hacerse rico a los ojos de Dios? Compartir todo lo que somos y lo que tenemos con los más débiles y necesitados.
Como dice la primera lectura de las de hoy, los bienes de aquí son estrictamente vanidad, es decir, acaban con ls muerte y no pasan más allá.
El pensamiento global de Jesús sobre las riquezas y los bienes materiales no deja de ser impactante en el mundo de hoy, y el evangelio de hoy es una buena muestra. El listón lo puso muy alto, pero siempre podemos avanzar y crecer un poco más en la solidaridad y el saber compartir. Son las exigencias del mensaje de Jesús.
Amigos y amigas, suave verano, y a recopilar fuerzas para empezar un nuevo curso. Adiós, hasta el pròximo domingo. Manel
sábado, 28 de julio de 2007
Domingo XVII - 29 de julio 2007
Señor, enséñanos a rezar...
Queridos amigos y amigas, buen domingo y provechosa reflexión sobre el evangelio.
La oración, juntamente con la limosna y el ayuno, era, como es bien conocido, una de las prácticas religiosas habituales del pueblo judío. Y de hecho, el evangelista Lucas es quien precisamente se encarga de situar a Jesús muchas veces en oración, como buen judío.
Sin embargo, también es cierto que estas tres prácticas, como también se encargará Jesús de denunciar, se habían quedado en fórmulas externas y vacías, sin ninguna vinculación interior.
Por eso, cuando aparecía un maestro era frecuente que se le acercasen discípulos a pedirle: ensçeñanos una oración. Lo hicieron con Juan Bautista y el evangelio de hoy dice que lo hace también un discípulo con Jésús.
Entonces Jesús no sólo enseña una oración, sino que da una catequesis sobre las actitudes o condiciones que tenemos que tener cuando oremos.
La oración que enseña Jesús es el Padrenuestro, aunque Lucas la formula de manera más breve que Mateo (que es la versión que habitualmente rezamos) Lucas presenta una oración filial (Padre, porque todos somos hijos e hijas, hermanos y hermanas), santificado sea tu nombre (en la Bíblia el nombre es la persona); y que venga el Reino (que es la justicia). Y para vivir como discípulos que están a la espera del Reino, es necesario compartir el pan, perdonar, pedir perdón y estar atentos para no caer en la tentación de desviarnos del proyecto de Dios.
El Padrenuestro, en síntesis, es el resumen del evangelio.
Y en la segunda parte del texto de hoy, Jesús indica las cuatro condiciones para una buena actitud de oración: atención, humildad, confianza e insistencia.
La atención es obvia tanto para dirigirnos a Dios como para escucharlo, que es también una manera de rezar.
Humildad es el reconocimiento de nuestras fragilidades, y es la base tanto para pedir como para dar gracias.
La confianza la da el saber que Dios nos ama, procura siempre nuestro bien y no nos defrauda.
Y la insistencia queda patente tanto en la figura de Abraham (primera lectura), como en el amigo impertinente que llega a medianoche.
Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y Dios os abrirá... Dios quiere contar siempre con la colaboración humana.
Y el evangelio acaba hoy con una promesa: El Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan. No dejemos de pedirlo (c0n atención, con humildad, con confianza y con insistencia...)
Amigos y amigas, buen verano, y hasta el próximo domingo. Manel
Queridos amigos y amigas, buen domingo y provechosa reflexión sobre el evangelio.
La oración, juntamente con la limosna y el ayuno, era, como es bien conocido, una de las prácticas religiosas habituales del pueblo judío. Y de hecho, el evangelista Lucas es quien precisamente se encarga de situar a Jesús muchas veces en oración, como buen judío.
Sin embargo, también es cierto que estas tres prácticas, como también se encargará Jesús de denunciar, se habían quedado en fórmulas externas y vacías, sin ninguna vinculación interior.
Por eso, cuando aparecía un maestro era frecuente que se le acercasen discípulos a pedirle: ensçeñanos una oración. Lo hicieron con Juan Bautista y el evangelio de hoy dice que lo hace también un discípulo con Jésús.
Entonces Jesús no sólo enseña una oración, sino que da una catequesis sobre las actitudes o condiciones que tenemos que tener cuando oremos.
La oración que enseña Jesús es el Padrenuestro, aunque Lucas la formula de manera más breve que Mateo (que es la versión que habitualmente rezamos) Lucas presenta una oración filial (Padre, porque todos somos hijos e hijas, hermanos y hermanas), santificado sea tu nombre (en la Bíblia el nombre es la persona); y que venga el Reino (que es la justicia). Y para vivir como discípulos que están a la espera del Reino, es necesario compartir el pan, perdonar, pedir perdón y estar atentos para no caer en la tentación de desviarnos del proyecto de Dios.
El Padrenuestro, en síntesis, es el resumen del evangelio.
Y en la segunda parte del texto de hoy, Jesús indica las cuatro condiciones para una buena actitud de oración: atención, humildad, confianza e insistencia.
La atención es obvia tanto para dirigirnos a Dios como para escucharlo, que es también una manera de rezar.
Humildad es el reconocimiento de nuestras fragilidades, y es la base tanto para pedir como para dar gracias.
La confianza la da el saber que Dios nos ama, procura siempre nuestro bien y no nos defrauda.
Y la insistencia queda patente tanto en la figura de Abraham (primera lectura), como en el amigo impertinente que llega a medianoche.
Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y Dios os abrirá... Dios quiere contar siempre con la colaboración humana.
Y el evangelio acaba hoy con una promesa: El Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan. No dejemos de pedirlo (c0n atención, con humildad, con confianza y con insistencia...)
Amigos y amigas, buen verano, y hasta el próximo domingo. Manel
sábado, 21 de julio de 2007
Domingo XVI - 22 de julio 2007
Queridos amigos, el evangelio de hoy siempre me ha resultado entrañable y muy necesario- Porque estamos, de entrada, ante el falso dilema de dos complementarios: acción (Marta), contemplación (María). Son actitudes y conductas plenamente complementarias: la acción desde la contemplación; y la contemplación desde la acción. Llevar la acción de la contemplación, y la contemplación a la acción.
Pero vayamos por partes.
Un tema previo que también debemos reflexionar es nuestro sentido de la hospitalidad. Yo creo que las dos hermanas eran personas generosas y acogedoras, pero con criterios diferentes. Para Marta, acoger era obsequiar materialmente. Y no seré yo quien diga que esto le amargue a nadie. Pero no es suficiente. María, sin embargo, pensaba que acoger era escuchar, sintonizar interiormente, estar al lado de la persona, aunque fuera en silencio. ¿No son complementarios los dos aspectos? Cuando a veces hemos llegado a una casa y lo que necesitábamos prioritariamente era que alguien nos escuchara o pudiera compartir nuestras dudas, y se han limitado a procurarnos una buena comida, ¿hemos quedado satisfechos?
Hoy, en el mundo de la abundancia y el consumismo, son más las personas que necesitan una hospitalidad del espíritu que una hospitalidad del cuerpo...
Cuando Jesús alaba la actitud de Maria, no denigra la de Marta, pero sí le da a entender que aunque su generosidad es muy buena, hay en la vida un orden de valores, en el que la acogida espiritual está por encima de la esplendidez material.
Aprendamos las dos lecciones, y seamos a la vez Martas y María, en la hospitalidad y en la acción.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana
Pero vayamos por partes.
Un tema previo que también debemos reflexionar es nuestro sentido de la hospitalidad. Yo creo que las dos hermanas eran personas generosas y acogedoras, pero con criterios diferentes. Para Marta, acoger era obsequiar materialmente. Y no seré yo quien diga que esto le amargue a nadie. Pero no es suficiente. María, sin embargo, pensaba que acoger era escuchar, sintonizar interiormente, estar al lado de la persona, aunque fuera en silencio. ¿No son complementarios los dos aspectos? Cuando a veces hemos llegado a una casa y lo que necesitábamos prioritariamente era que alguien nos escuchara o pudiera compartir nuestras dudas, y se han limitado a procurarnos una buena comida, ¿hemos quedado satisfechos?
Hoy, en el mundo de la abundancia y el consumismo, son más las personas que necesitan una hospitalidad del espíritu que una hospitalidad del cuerpo...
Cuando Jesús alaba la actitud de Maria, no denigra la de Marta, pero sí le da a entender que aunque su generosidad es muy buena, hay en la vida un orden de valores, en el que la acogida espiritual está por encima de la esplendidez material.
Aprendamos las dos lecciones, y seamos a la vez Martas y María, en la hospitalidad y en la acción.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana
sábado, 14 de julio de 2007
Domingo XV - 15 de julio 2007
Queridos amigos, ya de vuelta, me dispongo a ofreceros unas ideas sobre el evangelio de este domingo.
Como ya dijimos, en esta estrategia narrativa de situar a Jesús caminando con sus apóstoles desde Galilea hasta Jerusalén, se van produciendo enseñanzas y acontecimientos.
Hoy nos dice el texto de Lucas que se acercó a Jesús un maestro de la ley, para exponerle un tema que era de discusión entre los judíos. Según el Deuteronomio, la ley de amar a los demás estaba clara, pero para la mayoría de judíos esos los otros, los demás, eran solamente los judíos. La argumentación estaba clara: Dios había hecho solamente la alianza con los judíos; luego los mandamientos de Dios solamente se referían a los judíos. ¿Pensaría Jesús igual, o su mensaje era universal, y su invitación al amor se refería a todos los seres humanos de cualquier pueblo, raza o condición? Cuando el maestro le pregunta: y para mí, ¿quiénes son los otros?, la respuesta de Jesús queda muy bien clarificada con la parábola del buen samaritano. Fijémonos en los detalles: el que ama de verdad al hombre herido por los ladrones es un samaritano. Pues bien: ni los samaritanos se hablaban con los judíos, ni los judíos se acercaban a los samaritanos. El hombre que iba por el camino seguro que era judìo. Pues bien, al buen samaritano no le importa: ama al ser humano que necesita ayuda. Los otros son todos.
Pensemos un poco cuando decimos que hay que amar al prójimo. ¿Quiere decir que solamente tenemos que amar y ayudar a los que están a nuestro lado, a los que nos caen bien, o a los que piensan como nosotros? Pues no. Amar al prójimo es, por encima de todo, hacer cercano, hacer próximo, al que está lejos de nosotros...
Buen verano, amigos y amigas, y seguiremos encontrándonos cada sábado o domingo.
Manel.
Como ya dijimos, en esta estrategia narrativa de situar a Jesús caminando con sus apóstoles desde Galilea hasta Jerusalén, se van produciendo enseñanzas y acontecimientos.
Hoy nos dice el texto de Lucas que se acercó a Jesús un maestro de la ley, para exponerle un tema que era de discusión entre los judíos. Según el Deuteronomio, la ley de amar a los demás estaba clara, pero para la mayoría de judíos esos los otros, los demás, eran solamente los judíos. La argumentación estaba clara: Dios había hecho solamente la alianza con los judíos; luego los mandamientos de Dios solamente se referían a los judíos. ¿Pensaría Jesús igual, o su mensaje era universal, y su invitación al amor se refería a todos los seres humanos de cualquier pueblo, raza o condición? Cuando el maestro le pregunta: y para mí, ¿quiénes son los otros?, la respuesta de Jesús queda muy bien clarificada con la parábola del buen samaritano. Fijémonos en los detalles: el que ama de verdad al hombre herido por los ladrones es un samaritano. Pues bien: ni los samaritanos se hablaban con los judíos, ni los judíos se acercaban a los samaritanos. El hombre que iba por el camino seguro que era judìo. Pues bien, al buen samaritano no le importa: ama al ser humano que necesita ayuda. Los otros son todos.
Pensemos un poco cuando decimos que hay que amar al prójimo. ¿Quiere decir que solamente tenemos que amar y ayudar a los que están a nuestro lado, a los que nos caen bien, o a los que piensan como nosotros? Pues no. Amar al prójimo es, por encima de todo, hacer cercano, hacer próximo, al que está lejos de nosotros...
Buen verano, amigos y amigas, y seguiremos encontrándonos cada sábado o domingo.
Manel.
viernes, 29 de junio de 2007
Domingos XIII i XIV - 1 i 8 de julio
Queridos amigos, estarè ausente un par de semanas, y por eso aprovecho para comentaros los evangelios del 1 y 8 de julio.
Iniciamos lo que se llama el camino de Jesús de Galilea a Jerusalen, a donde acude ya para acabar su obra. Pero en la larga travesía, sucederàn una serie de acontecimientos que el evangelista Lucas, en una narraciòn más larga que en Mateo y Marcos, se encarga de transmitirnos. Podríamos decir que Jesús irá haciendo una catequesis itinerante, marcando las líneas de la buena nueva del Reino.
Así, en el evangelio del domingo XIII (1 de julio), encontramos un principio muy evangélico: de cara a los demás, tolerancia; de cara a nosotros mismos exigència.
Cuando Sanatiago y Juan caen en la tentación de castigar a los samaritanos que no les han recibido, Jesús renuncia a la violencia y a la venganza y recrimina su actitud. La tolerancia y el diálogo estan siempre por encima de la violencia.
Sin embargo, cuando tres diferentes viandantes se acercan a Jesús dispuestos a seguirle, los niveles de exigencia son muy altos: quien quiera ser seguidor de Jesús tendrá que abandonar cualquier situación de seguridad, tendrá que preferir la vida del Reino a cualquier otra vida, y tendrá que mirar siempre adelante, renunciando al pasado.
En nuestro camino por la vida, no dejemos de mirar al camino de Jesús con sus apóstoles.
El segundo domingo, por su parte, día 8, XIV durante al año, continúa el tema del domingo pasado. Estamos en el mismo escenario, pero ahora la catequesis es distinta: mucha es la mies y pocos los segadores. Hay mucho trabajo para llegar a implantar el Reino de Dios, y, ademas, la oposición es muy fuerte. Setenta (o setenta y dos) es un número simbólico, ja que es el número de pueblos que había en la tierra, según el libro del Génesis. Jesús, por lo tanto, expresa la universalidad de su mensaje. Desear la paz, curar a los enfermos, compartir la vida y la mesa, sin prejuicios ni discriminaciones, son maneras concretas de anunciar el Reino, y los misioneros (enviados) tendrán que ser coherentes con lo que predican, relativizando la seguridad y la eficacia que pueden dar los bienes materiales.
Hoy en nuestro entorno tendremos que encontrar las maneras concretas de hacer llegar la buena noticia del Reino. Tendremos que ser mensajeros de paz y portadores de alegría y de esperanza. Para los que estan lejos y para los que estan ecrca. El optimismo de la esperanza cristiana ha de ser más comunicativo.
Para ser predicadores de la paz, siempre recordaremos la memorable encíclica de Juan XXIII sobre la paz: ésta tiene que asentarse sobre cuatro pilares imprescindibles: la verdad, la justicia, la libertad y el amor.
Amigos y amigas, hasta el próximo sábado día 14.
Iniciamos lo que se llama el camino de Jesús de Galilea a Jerusalen, a donde acude ya para acabar su obra. Pero en la larga travesía, sucederàn una serie de acontecimientos que el evangelista Lucas, en una narraciòn más larga que en Mateo y Marcos, se encarga de transmitirnos. Podríamos decir que Jesús irá haciendo una catequesis itinerante, marcando las líneas de la buena nueva del Reino.
Así, en el evangelio del domingo XIII (1 de julio), encontramos un principio muy evangélico: de cara a los demás, tolerancia; de cara a nosotros mismos exigència.
Cuando Sanatiago y Juan caen en la tentación de castigar a los samaritanos que no les han recibido, Jesús renuncia a la violencia y a la venganza y recrimina su actitud. La tolerancia y el diálogo estan siempre por encima de la violencia.
Sin embargo, cuando tres diferentes viandantes se acercan a Jesús dispuestos a seguirle, los niveles de exigencia son muy altos: quien quiera ser seguidor de Jesús tendrá que abandonar cualquier situación de seguridad, tendrá que preferir la vida del Reino a cualquier otra vida, y tendrá que mirar siempre adelante, renunciando al pasado.
En nuestro camino por la vida, no dejemos de mirar al camino de Jesús con sus apóstoles.
El segundo domingo, por su parte, día 8, XIV durante al año, continúa el tema del domingo pasado. Estamos en el mismo escenario, pero ahora la catequesis es distinta: mucha es la mies y pocos los segadores. Hay mucho trabajo para llegar a implantar el Reino de Dios, y, ademas, la oposición es muy fuerte. Setenta (o setenta y dos) es un número simbólico, ja que es el número de pueblos que había en la tierra, según el libro del Génesis. Jesús, por lo tanto, expresa la universalidad de su mensaje. Desear la paz, curar a los enfermos, compartir la vida y la mesa, sin prejuicios ni discriminaciones, son maneras concretas de anunciar el Reino, y los misioneros (enviados) tendrán que ser coherentes con lo que predican, relativizando la seguridad y la eficacia que pueden dar los bienes materiales.
Hoy en nuestro entorno tendremos que encontrar las maneras concretas de hacer llegar la buena noticia del Reino. Tendremos que ser mensajeros de paz y portadores de alegría y de esperanza. Para los que estan lejos y para los que estan ecrca. El optimismo de la esperanza cristiana ha de ser más comunicativo.
Para ser predicadores de la paz, siempre recordaremos la memorable encíclica de Juan XXIII sobre la paz: ésta tiene que asentarse sobre cuatro pilares imprescindibles: la verdad, la justicia, la libertad y el amor.
Amigos y amigas, hasta el próximo sábado día 14.
sábado, 23 de junio de 2007
Natividad de san Juan Bautista - 24-junio 2007
Queridos amigos y amigas, este domingo queda tapado, litúrgicamente, por la fiesta del nacimiento de Juan Bautista. Solamente de Jesús y de Juan Bautista celebra la Iglesia el nacimiento, ya que como es sabido, de los santos y los mártires se celebra el día de su muerte, que es su nacimiento a la vida eterna.
En el texto del evangelio se pone de relieve el nombre elegido para el niño, un nombre que no sigue la tradición familiar segun la cual el varón primogénito llevaba el nombre del padre. Pues bien: no se llamará Zacarías, sino Juan, que significa Dios ha mostrado su gracia. (De paso, aprovecho para felicitar a cuantos (ellos y ellas) llevan este nombre: Dios también les muestre a ellos también su gracia...)
Profundicemos un poco más en la biografía de Juan Bautista.
Si se tratase de hacer de él un elogio, ninguno mejor que el que hizo el mismo Jesús: ¿Qué habéis salido a ver al desierto? ¿Una caña a merced del viento? ¿Qué habéis salido a ver? ¿Un hombre vestido elegantemente? Los que llevan vestidos elegantes residen en los palacios. Pues, ¿qué habéis salido a ver? ¿A un profeta? Sí, y más todavía que un profeta, ya que èl es de quien dijo la Escritura yo envío delante tuyo mi mensajero para que te prepare el camino. Os digo, pues, que verdederamente, ninguna madre ha traído al mundo ningún hijo más importante que Juan Bautista... (Mateo 11, 7-15)
Y si del terreno del elogio vamos al ámbito de la imitación (los santos son para imitarlos), me gustaría subrayar en Juan Bautista tres rasgos muy actuales y necesarios para nuestro tiempo:
su carácter de precursor, su vida austera, y su muerte en defensa de su mensaje.
Precursores con aquellos que abren caminos, que preparan un futuro mejor, que hacen avanzar la historia. Juan Bautista lo fue, y hoy necesitamos, en todos los ámbitos de la mujer, precursores, hombres y mujeres que con su capacidad de anñálsisi y con su visión de futuro, busquen y abran caminos que hagan posible un mundo y una Iglesia mejores.
Juan Bautista fue un hombre austero. Se retiró al desierto, para curtirse y formarse en el silencio y en la soledad, y llevó una vida austera, para que los bienes materiales no le alejasen del cultivo de su espíritu.Hoy, en medio de una loca sociedad de consumo, muy materializada, necesitamos todos espiritualizarnos un poco más.
Y finalmente, su muerte: una víctima más de aquellos que piensan que si no pueden matar el mensaje, matan el mensajero. Juan tenía un mensaje de denuncia, de conversión, de solidaridad, de vida ética. Y por fidelidad a su mensaje murió mártir.
Amigos y amigos, gran fiesta la de hoy para poder imitar a Juan Bautista.
Hasta la próxima semana.
Manel
En el texto del evangelio se pone de relieve el nombre elegido para el niño, un nombre que no sigue la tradición familiar segun la cual el varón primogénito llevaba el nombre del padre. Pues bien: no se llamará Zacarías, sino Juan, que significa Dios ha mostrado su gracia. (De paso, aprovecho para felicitar a cuantos (ellos y ellas) llevan este nombre: Dios también les muestre a ellos también su gracia...)
Profundicemos un poco más en la biografía de Juan Bautista.
Si se tratase de hacer de él un elogio, ninguno mejor que el que hizo el mismo Jesús: ¿Qué habéis salido a ver al desierto? ¿Una caña a merced del viento? ¿Qué habéis salido a ver? ¿Un hombre vestido elegantemente? Los que llevan vestidos elegantes residen en los palacios. Pues, ¿qué habéis salido a ver? ¿A un profeta? Sí, y más todavía que un profeta, ya que èl es de quien dijo la Escritura yo envío delante tuyo mi mensajero para que te prepare el camino. Os digo, pues, que verdederamente, ninguna madre ha traído al mundo ningún hijo más importante que Juan Bautista... (Mateo 11, 7-15)
Y si del terreno del elogio vamos al ámbito de la imitación (los santos son para imitarlos), me gustaría subrayar en Juan Bautista tres rasgos muy actuales y necesarios para nuestro tiempo:
su carácter de precursor, su vida austera, y su muerte en defensa de su mensaje.
Precursores con aquellos que abren caminos, que preparan un futuro mejor, que hacen avanzar la historia. Juan Bautista lo fue, y hoy necesitamos, en todos los ámbitos de la mujer, precursores, hombres y mujeres que con su capacidad de anñálsisi y con su visión de futuro, busquen y abran caminos que hagan posible un mundo y una Iglesia mejores.
Juan Bautista fue un hombre austero. Se retiró al desierto, para curtirse y formarse en el silencio y en la soledad, y llevó una vida austera, para que los bienes materiales no le alejasen del cultivo de su espíritu.Hoy, en medio de una loca sociedad de consumo, muy materializada, necesitamos todos espiritualizarnos un poco más.
Y finalmente, su muerte: una víctima más de aquellos que piensan que si no pueden matar el mensaje, matan el mensajero. Juan tenía un mensaje de denuncia, de conversión, de solidaridad, de vida ética. Y por fidelidad a su mensaje murió mártir.
Amigos y amigos, gran fiesta la de hoy para poder imitar a Juan Bautista.
Hasta la próxima semana.
Manel
sábado, 16 de junio de 2007
Domingo, 17 de junio 2007
Queridos amigos y amigas, situèmonos, en primer lugar, en el nuevo ciclo litúrgico que hoy empezamos. Una vez hemos celebrado la Pascua y las fiestas de Pentecostés, la Trinidad y el Cuerpo y la Sangre de Jesús, volvemos hoy a los llamados domingos de durante el ano, un tiempo en el que, con contadas excepciones, lo único que celebramos es el domingo, o sea, la presencia viva de Cristo resucitado que nos convoca alrededor de la mesa para poder comulgar con El y con su Palabra.
Vamos a vivir, pues, un total de 24 domingos, hasta que el 2 de diciembre iniciemos el nuevo año litúrgico con la celebración del ciclo de Adviento.
Y, por otra parte, como cada año seguimos uno de los evangelios, este año toca el de san Lucas, que aunque no fue de los doce apóstoles, tiene un estilo muy propio y peculiar, en el que resalta la proximidad de Dios hacia los más débiles y pobres, y anuncia siempre un rostro de Dios que, por encima de todo, es un Dios misericordioso. Vale la pena seguirlo atentamente.
Y es en esta línea donde se inscribe la escena del evangelio que hoy leemos.
Es muy frecuente que los evangelios nos presenten distintas actitudes de distintas personas que obran delante de Cristo y ésta da su veredicto a favor o en contra de las acciones que observa.
Veamos la escena de hoy.
¿Qué actitudes muestra aquel fariseo?
Cuatro actitudes muy claras, entre otras:
-se muestra inquisidor: para él la mujer que ha entrado no es más que una pecadora...
–él se considera puro y no puede dejar entrar en su casa nada que sea impuro (y para él aquella mujer era impura...)
–descalifica a Jesús: éste no es un profeta...
–piensa que él es un ejemplo y un modelo de conducta, y sin embargo acaba de infringir todas las normas y costumbres que había en su pueblo para acoger a las personas (lavarles los pies, darles el ósculo de paz y perfumarlas, para que se sintiesen cómodas y acogidas)
¿Y cuáles son las actitudes de aquella mujer que ha entrado en la casa?
-desde el silencio, pero con una comunicación no verbal muy profunda y expresiva muestra su arrepentimiento y su deseo de liberación
-parte del reconocimiento de que aquel profeta puede perdonar sus pecados
- y, tal como proclamará Jesús, demuestra que es una mujer que ama y que piensa que la fe la puede salvar y hacerle cambiar de vida.
Ante todo esto, está muy claro quién obtendra la aprobación de Jesús.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana
Manel
Vamos a vivir, pues, un total de 24 domingos, hasta que el 2 de diciembre iniciemos el nuevo año litúrgico con la celebración del ciclo de Adviento.
Y, por otra parte, como cada año seguimos uno de los evangelios, este año toca el de san Lucas, que aunque no fue de los doce apóstoles, tiene un estilo muy propio y peculiar, en el que resalta la proximidad de Dios hacia los más débiles y pobres, y anuncia siempre un rostro de Dios que, por encima de todo, es un Dios misericordioso. Vale la pena seguirlo atentamente.
Y es en esta línea donde se inscribe la escena del evangelio que hoy leemos.
Es muy frecuente que los evangelios nos presenten distintas actitudes de distintas personas que obran delante de Cristo y ésta da su veredicto a favor o en contra de las acciones que observa.
Veamos la escena de hoy.
¿Qué actitudes muestra aquel fariseo?
Cuatro actitudes muy claras, entre otras:
-se muestra inquisidor: para él la mujer que ha entrado no es más que una pecadora...
–él se considera puro y no puede dejar entrar en su casa nada que sea impuro (y para él aquella mujer era impura...)
–descalifica a Jesús: éste no es un profeta...
–piensa que él es un ejemplo y un modelo de conducta, y sin embargo acaba de infringir todas las normas y costumbres que había en su pueblo para acoger a las personas (lavarles los pies, darles el ósculo de paz y perfumarlas, para que se sintiesen cómodas y acogidas)
¿Y cuáles son las actitudes de aquella mujer que ha entrado en la casa?
-desde el silencio, pero con una comunicación no verbal muy profunda y expresiva muestra su arrepentimiento y su deseo de liberación
-parte del reconocimiento de que aquel profeta puede perdonar sus pecados
- y, tal como proclamará Jesús, demuestra que es una mujer que ama y que piensa que la fe la puede salvar y hacerle cambiar de vida.
Ante todo esto, está muy claro quién obtendra la aprobación de Jesús.
Amigos y amigas, hasta la próxima semana
Manel
viernes, 8 de junio de 2007
El Cuerpo y la Sangre de Cristo - 10 junio 2007
Amigos y amigas, la fiesta de hoy, antes llamada en latín Corpus Christi, y hoy, del Cuerpo y la sangre de Cristo, fue instituida el siglo XIII, ante la creciente importancia que iba adquiriendo en la iglesia occidental la adoración y el culto a la Eucaristía. Fue una fiesta que se celebró por primera vez en Bélgica el año 1246, y después el Papa Urvano VI la extendió a toda la Iglesia universal, convirtiéndose rápidamente en una de las fiestas más estimadas por el pueblo cristiano, como sabemos muy bien por la solemnidad con que se celebra hoy en muchos pueblos. Fue el Papa Pablo VI quien, en la reforma del Concilio, le cambió el nombre, asumiendo también la memoria de la Sangre, y suprimiendo aquella fiesta de la Preciosísima sangre que se celebraba el 1 de julio.
Hoy es, pues, más allá del Jueves Santo, la gran fiesta de la Eucaristía, y constituye una buena ocasión para reflexionar sobre este memorial de Cristo que, como celebración sufrió mucho tiempo la dégradación de convertirse en una pesada obligación de los domingos y fiestas de guardar, y como contenido, en unn acto de piedad más, que había que recibir, por lo menos, una vez al año, por Pascua.
Sin embargo, y en contraposición a todo esto, se puede decir con toda justeza que uno de los signos de madurez espiritual de un cristiano o cristiana, y de una comunidad, es cómo valora el sentido y el significado de la Eucaristía, tanto como punto de encuentro con Cristo, como alimento del espíritu, como acción de gracias y como don gratuito que nos abre y nos lleva a la gratuidad con los demás.
El pan de la Eucaristía, como el pan de nuestras mesas, es para partirlo, repartirlo y compartirlo.Es pan que alimenta y que impulsa a dar vida.
Juan Pablo II escribió que el sacramento de la Eucaristía no se puede separar del sacramento de la caridad, y el Papa actual, Benedicto XVI, en su primera encíclica Deus caritas est, ha expuesto también esta amplia y estrecha relaciòn entre Eucaristía y compromiso. Quien comulga con el Cristo se ha de convertir en pan para los demás.
Por eso, esta fiesta del Corpus va unida cada año con el Dia de Caritas, institución cristiana que lanza un grito para despertarnos sobre la situación de un tercer y un cuarto mundo cada vez más desestructurados, en el entorno de un mundo globalizado que sólo se mueve por intereses individualistas.
Una buena comunión no se mide por la fuerza emocional que pueda producir en nuestro interior, sino por el compromiso que nos comporta de partir, repartir y compartir el pan de nuestra vida; como una buena celebración no se mide porla gente que asiste, ni por los cantos o la homilía, sino por el grado de compromiso que adquiere la comunidada favor de ls más débiles y necesitados.
Amigo y amigas, buena fiesta del Corpus.
Manel
Hoy es, pues, más allá del Jueves Santo, la gran fiesta de la Eucaristía, y constituye una buena ocasión para reflexionar sobre este memorial de Cristo que, como celebración sufrió mucho tiempo la dégradación de convertirse en una pesada obligación de los domingos y fiestas de guardar, y como contenido, en unn acto de piedad más, que había que recibir, por lo menos, una vez al año, por Pascua.
Sin embargo, y en contraposición a todo esto, se puede decir con toda justeza que uno de los signos de madurez espiritual de un cristiano o cristiana, y de una comunidad, es cómo valora el sentido y el significado de la Eucaristía, tanto como punto de encuentro con Cristo, como alimento del espíritu, como acción de gracias y como don gratuito que nos abre y nos lleva a la gratuidad con los demás.
El pan de la Eucaristía, como el pan de nuestras mesas, es para partirlo, repartirlo y compartirlo.Es pan que alimenta y que impulsa a dar vida.
Juan Pablo II escribió que el sacramento de la Eucaristía no se puede separar del sacramento de la caridad, y el Papa actual, Benedicto XVI, en su primera encíclica Deus caritas est, ha expuesto también esta amplia y estrecha relaciòn entre Eucaristía y compromiso. Quien comulga con el Cristo se ha de convertir en pan para los demás.
Por eso, esta fiesta del Corpus va unida cada año con el Dia de Caritas, institución cristiana que lanza un grito para despertarnos sobre la situación de un tercer y un cuarto mundo cada vez más desestructurados, en el entorno de un mundo globalizado que sólo se mueve por intereses individualistas.
Una buena comunión no se mide por la fuerza emocional que pueda producir en nuestro interior, sino por el compromiso que nos comporta de partir, repartir y compartir el pan de nuestra vida; como una buena celebración no se mide porla gente que asiste, ni por los cantos o la homilía, sino por el grado de compromiso que adquiere la comunidada favor de ls más débiles y necesitados.
Amigo y amigas, buena fiesta del Corpus.
Manel
sábado, 2 de junio de 2007
La Santísima Trinidad - 3 de junio 2007
Amigas y amigos, la Trinidad de Dios se nos ha presentado a menudo solamente como una pura verdad especulativa, como un dogma abstracto y frío, como un misterio inaccesible a nuestra razón. Y si la vemos así, poco provecho podremos sacar de la fiesta de hoy.
Sin embargo, la Escritura muestra las cosas de otra manera. La Trinidad es una actuación concreta de Dios en la historia de la salvación: el Padre envía a su Hijo, el cual, por nosotros, se hace persona humana, entrega su vida y resucita, y al volver al Padre, nos envía el Espíritu, que continua su obra salvadora en el mundo.
Esta actuación de Dios muestra y revela su identidad. Dios es uno, pero no es un ser solitario, aislado y egocéntrico, sino plenitud de vida y de amor compartido. La esencia de Dios es el amor. Y la Trinidad es un misterio de comunión entre las tres persones, entre la família de Dios.
La Trinidad, escribió el Papa Juan Pablo II, es el modelo último de cualquer convivència humana. Y aquí radica la reflexión que podemos sacar de la fiesta de hoy.
Frente a una sociedad donde son patentes el autoritarismo, el paternalismo, la dependencia y la falta de respeto de las autonomias personales y de los pueblos, y donde hay tanta falta de amor, de libertad, de saber escucharse y de afecto humano, el rostro de nuestro Dios Trinidad aparece como –el rostro de un Padre, revelado por Jesús, nada paternalista ni autoritario, sino estrictamente justo y a la vez misericordioso; –el Dios Hijo, que depende del Padre en su forma humana, que se hace hermano nuestro, pero que conserva integra su autonomía de Hijo de Dios; –y el Dios Espíritu, siempre presente y envolviéndonos, simbolizado por el viento y el fuego, presencia de amor y de libertad.
Dios es un ser en comunión y nosotros, creados a imagen y semejanza suya, estamos llamados a ser seres en comunión unos con otros.
Ojalá nuestras familias, nuestras comunidades, nuestros grupos, sean de verdad trinitarios, es decir, reflejo de la comunidad de Dios.
Y dejadme poner un recuerdo final para las comunidades religiosas de vida contemplativa, que hoy celebran su día. A pesar de que hay personas que piensan que la vida de estas mujeres en los monasterios no tiene hoy demasiado sentido, que nadie dude de que no hay en el mundo ningún hogar más modélico y ejemplar de vida en comunión con Dios. Y todos necesitamos que alguien interceda por nosotros. Gracias, hermanas.
Amigos y amigas, hasta el próximo domingo.
Sin embargo, la Escritura muestra las cosas de otra manera. La Trinidad es una actuación concreta de Dios en la historia de la salvación: el Padre envía a su Hijo, el cual, por nosotros, se hace persona humana, entrega su vida y resucita, y al volver al Padre, nos envía el Espíritu, que continua su obra salvadora en el mundo.
Esta actuación de Dios muestra y revela su identidad. Dios es uno, pero no es un ser solitario, aislado y egocéntrico, sino plenitud de vida y de amor compartido. La esencia de Dios es el amor. Y la Trinidad es un misterio de comunión entre las tres persones, entre la família de Dios.
La Trinidad, escribió el Papa Juan Pablo II, es el modelo último de cualquer convivència humana. Y aquí radica la reflexión que podemos sacar de la fiesta de hoy.
Frente a una sociedad donde son patentes el autoritarismo, el paternalismo, la dependencia y la falta de respeto de las autonomias personales y de los pueblos, y donde hay tanta falta de amor, de libertad, de saber escucharse y de afecto humano, el rostro de nuestro Dios Trinidad aparece como –el rostro de un Padre, revelado por Jesús, nada paternalista ni autoritario, sino estrictamente justo y a la vez misericordioso; –el Dios Hijo, que depende del Padre en su forma humana, que se hace hermano nuestro, pero que conserva integra su autonomía de Hijo de Dios; –y el Dios Espíritu, siempre presente y envolviéndonos, simbolizado por el viento y el fuego, presencia de amor y de libertad.
Dios es un ser en comunión y nosotros, creados a imagen y semejanza suya, estamos llamados a ser seres en comunión unos con otros.
Ojalá nuestras familias, nuestras comunidades, nuestros grupos, sean de verdad trinitarios, es decir, reflejo de la comunidad de Dios.
Y dejadme poner un recuerdo final para las comunidades religiosas de vida contemplativa, que hoy celebran su día. A pesar de que hay personas que piensan que la vida de estas mujeres en los monasterios no tiene hoy demasiado sentido, que nadie dude de que no hay en el mundo ningún hogar más modélico y ejemplar de vida en comunión con Dios. Y todos necesitamos que alguien interceda por nosotros. Gracias, hermanas.
Amigos y amigas, hasta el próximo domingo.
viernes, 25 de mayo de 2007
Pentecostés - 27 de mayo 2007
Queridos amigos y amigas,
Pentecostés no fue en su orígen una fiesta cristiana. Fue instituida por Israel para celebrar el inicio de la cosecha. Duraba siete semanas, cincuenta días (Pentecostés) a partir de la Pasqua, para dar gracias a Dios por la nueva cosecha. Más adelante, el judaísmo la convirtió en una fiesta exclusivamente religiosa, para conmemorar la entrega de la Ley, en el Sinaí, al pueblo liberado de Egipto. Y finalmente, el cristianismo situó en esta fiesta la venida del Espíritu Santo, pormetido por Jesús a sus discípulos.
En la segunda lectura de hoy, Lucas, en el libro de los Hechos, explica preciamente que el pueblo se encontraba celebrando esta fiesta de Pentecostés y entonces explica la irrupción del Espíritu, en forma de un viento impetuoso - viento es spiritus- y unas lenguas de fuego (fuego, símbolo de la divinidad), y también las consecuencias de este Espíritu sobre los discípulos y sobre el pueblo: todos les entendían...
Nosotros, en el Credo, decimos: creo en el Espíritu Santo, Señor, y dador de vida, pero tenemos que reconcer que el Espíritu Santo es para nosotros el gran desconocido. En el mismo libro de los Hechos de los Apóstoles encontramos un hecho sorprendente: quan Pablo llega a Efeso y encuentra unos discípulos a los que pregunta si habían recibido el Espíritu santo, éstos le contestan que ni siquiera hemos oído hablar de que haya un Espíritu santo (Hechos 19, 1-7) ¿No pasaría algo parecido hoy con bastantes cristianos y cristianas de nuestros días?
A veces oímos hablar de las religiones del Libro, entendiendo como tales el judaismo, el islam y el cristianismo, porque son religiones básicamente centradas en una revelación conservada en textos escritos. Pero en relación con el cristianismo hay que matizar las cosas. El cristianismo no está basado meramente en la letra de unos textos escritos, sino en la acción de un Espíritu que davida y actualiza perennemente la revelación divina. Olvidar esto es dejar de lado una parte importante del Nuevo Testamento y sobre todo la doctrina de san Pablo según la cual, los cristianos no vivimos según la letra de la Ley, sino por la luz y la fuerza del Espíritu...
La simple fidelidad a una letra lleva a la fosilización de la fe en formas anacrónicas y desemboca en fundamentalismos fanáticos. Solamente la atención al Espíritu como fuerza viva de Dios es camino de cambio y renovación.
La acción del Espíritu en cada uno de nosotros y en la comunidad de los creyentes, como también en la historia humana, es algo esencial en el cristianismo. Por eso, día a día nos preguntamos qué quiere y qué nos pide el Espíritu y rezamos: Ven, Espíritu santo, llena los corazones de tus fieles con la fuerza y el fuego del amor. Ven, padre de los pobres, y enriquécenos con tus dones.
Amigos y amigas, os deseo una entrañable fiesta.
Hasta la próxima semana, Manel
Pentecostés no fue en su orígen una fiesta cristiana. Fue instituida por Israel para celebrar el inicio de la cosecha. Duraba siete semanas, cincuenta días (Pentecostés) a partir de la Pasqua, para dar gracias a Dios por la nueva cosecha. Más adelante, el judaísmo la convirtió en una fiesta exclusivamente religiosa, para conmemorar la entrega de la Ley, en el Sinaí, al pueblo liberado de Egipto. Y finalmente, el cristianismo situó en esta fiesta la venida del Espíritu Santo, pormetido por Jesús a sus discípulos.
En la segunda lectura de hoy, Lucas, en el libro de los Hechos, explica preciamente que el pueblo se encontraba celebrando esta fiesta de Pentecostés y entonces explica la irrupción del Espíritu, en forma de un viento impetuoso - viento es spiritus- y unas lenguas de fuego (fuego, símbolo de la divinidad), y también las consecuencias de este Espíritu sobre los discípulos y sobre el pueblo: todos les entendían...
Nosotros, en el Credo, decimos: creo en el Espíritu Santo, Señor, y dador de vida, pero tenemos que reconcer que el Espíritu Santo es para nosotros el gran desconocido. En el mismo libro de los Hechos de los Apóstoles encontramos un hecho sorprendente: quan Pablo llega a Efeso y encuentra unos discípulos a los que pregunta si habían recibido el Espíritu santo, éstos le contestan que ni siquiera hemos oído hablar de que haya un Espíritu santo (Hechos 19, 1-7) ¿No pasaría algo parecido hoy con bastantes cristianos y cristianas de nuestros días?
A veces oímos hablar de las religiones del Libro, entendiendo como tales el judaismo, el islam y el cristianismo, porque son religiones básicamente centradas en una revelación conservada en textos escritos. Pero en relación con el cristianismo hay que matizar las cosas. El cristianismo no está basado meramente en la letra de unos textos escritos, sino en la acción de un Espíritu que davida y actualiza perennemente la revelación divina. Olvidar esto es dejar de lado una parte importante del Nuevo Testamento y sobre todo la doctrina de san Pablo según la cual, los cristianos no vivimos según la letra de la Ley, sino por la luz y la fuerza del Espíritu...
La simple fidelidad a una letra lleva a la fosilización de la fe en formas anacrónicas y desemboca en fundamentalismos fanáticos. Solamente la atención al Espíritu como fuerza viva de Dios es camino de cambio y renovación.
La acción del Espíritu en cada uno de nosotros y en la comunidad de los creyentes, como también en la historia humana, es algo esencial en el cristianismo. Por eso, día a día nos preguntamos qué quiere y qué nos pide el Espíritu y rezamos: Ven, Espíritu santo, llena los corazones de tus fieles con la fuerza y el fuego del amor. Ven, padre de los pobres, y enriquécenos con tus dones.
Amigos y amigas, os deseo una entrañable fiesta.
Hasta la próxima semana, Manel
jueves, 17 de mayo de 2007
Ascensión del Señor - 20 de mayo 2007
Queridos amigos y amigas, llegamos hoy a los cuarenta días de Pascua y celebramos la llamada Ascensión del Señor.
Empecemos por advertir que es Lucas el único escritor que, al comienzo del libro de los Hechos y al final de su evangelio, tal como hemos visto en los textos de hoy, habla claramente de la Ascensión como de una ascensión visible y una ocultación pública del Señor. Por otra parte, también llama la atención que entre ambas narraciones, aún siendo del mismo autor, hay algunas diferencias.
Vayamos por partes.
–cuando Lucas escribe el libro de los Hechos, las comunidades cristianas comenzaban ya a ver que la parusía, o segunda venida del Señor, no llegaba ni parecía inminente, como muchos habían creído, y esto pedía una explicación teológica.Lucas, entonces, intenta mostar que con la Resurrección del Señor la historia no ha llegado al fin y que la Pascua significa que Dios crea un espacio y un tiempo para que la Iglesia, es decir, la comunidad de los que crean en El, se desarrolle hasta los confines de la tierra, y que, por lo tanto, es erróneo quedarse mirando al cielo. De hecho nosotros hoy estamos todavía en este momento de la Iglesia que ha de mirar a la tierra, mientras esperamos el cumplimiento de nuestra esperanza, la manifestación de Jesucristo, nuestro Salvador...
–por otra parte, Lucas habla de nubes y de ángeles, que son signos bíblicos muy conocidos para expresar la presencia de Dios. Jesús, pues, está presente en la Iglesia. No nos ha dejado solos.
–finalmente, en la narración del final de su evangelio, Lucas ya no habla de nubes ni de ángeles, pero sí apunta dos hechos nuevos: Jesús bendice a los discípulos, y ellos, le adoran. Es el fin glorioso de un gran personaje. Jesús era el Hijo de Dios y los discipulos lo habían entendido después de la Resurrección. La historia de Jesús llega a su fin y los discípulos entienden la dimensión y la profundidad de este acontecimiento.
Y después de estas explicaciones, un par más de clarificaciones:
–la Ascensión del Señor, como tal, no se puede decir que sea un hecho hstórico, en el sentido concreto de la palabra. De hecho, hasta el sigle V, en la Iglesia las fiestas de la Pascua y la Ascensión era una sola. La Ascensión es sencillamente una manera de describir la nueva manera de vivir de Jesús junto a Dios: glorificado y constituido Señor del mundo y juez universal. Fue Lucas quien historificó la Ascensión.
–en el Credo decimos subió al cielo, donde está sentado a la derecha del Padre. Evidentemente el cielo no es un lugar, sino una situación en que seremos transformados si vivimos en el amor y en la gracia de Dios. El cielo de la fe es Dios, que habita en una luz inaccesible. La Ascensión de Jesús significa que, después dela Resurrección, vive junto a Dios, en la absoluta perfección, presencia, ubicuidad, amor, gloria, luz y felicidad, que es la meta que toda la creación está llamada a conseguir.
Amigos y amigas, muy buena fiesta, y hasta el próximo domingo, bien dispuestos y dispuestas a recibir el Espíritu.
Manel
Empecemos por advertir que es Lucas el único escritor que, al comienzo del libro de los Hechos y al final de su evangelio, tal como hemos visto en los textos de hoy, habla claramente de la Ascensión como de una ascensión visible y una ocultación pública del Señor. Por otra parte, también llama la atención que entre ambas narraciones, aún siendo del mismo autor, hay algunas diferencias.
Vayamos por partes.
–cuando Lucas escribe el libro de los Hechos, las comunidades cristianas comenzaban ya a ver que la parusía, o segunda venida del Señor, no llegaba ni parecía inminente, como muchos habían creído, y esto pedía una explicación teológica.Lucas, entonces, intenta mostar que con la Resurrección del Señor la historia no ha llegado al fin y que la Pascua significa que Dios crea un espacio y un tiempo para que la Iglesia, es decir, la comunidad de los que crean en El, se desarrolle hasta los confines de la tierra, y que, por lo tanto, es erróneo quedarse mirando al cielo. De hecho nosotros hoy estamos todavía en este momento de la Iglesia que ha de mirar a la tierra, mientras esperamos el cumplimiento de nuestra esperanza, la manifestación de Jesucristo, nuestro Salvador...
–por otra parte, Lucas habla de nubes y de ángeles, que son signos bíblicos muy conocidos para expresar la presencia de Dios. Jesús, pues, está presente en la Iglesia. No nos ha dejado solos.
–finalmente, en la narración del final de su evangelio, Lucas ya no habla de nubes ni de ángeles, pero sí apunta dos hechos nuevos: Jesús bendice a los discípulos, y ellos, le adoran. Es el fin glorioso de un gran personaje. Jesús era el Hijo de Dios y los discipulos lo habían entendido después de la Resurrección. La historia de Jesús llega a su fin y los discípulos entienden la dimensión y la profundidad de este acontecimiento.
Y después de estas explicaciones, un par más de clarificaciones:
–la Ascensión del Señor, como tal, no se puede decir que sea un hecho hstórico, en el sentido concreto de la palabra. De hecho, hasta el sigle V, en la Iglesia las fiestas de la Pascua y la Ascensión era una sola. La Ascensión es sencillamente una manera de describir la nueva manera de vivir de Jesús junto a Dios: glorificado y constituido Señor del mundo y juez universal. Fue Lucas quien historificó la Ascensión.
–en el Credo decimos subió al cielo, donde está sentado a la derecha del Padre. Evidentemente el cielo no es un lugar, sino una situación en que seremos transformados si vivimos en el amor y en la gracia de Dios. El cielo de la fe es Dios, que habita en una luz inaccesible. La Ascensión de Jesús significa que, después dela Resurrección, vive junto a Dios, en la absoluta perfección, presencia, ubicuidad, amor, gloria, luz y felicidad, que es la meta que toda la creación está llamada a conseguir.
Amigos y amigas, muy buena fiesta, y hasta el próximo domingo, bien dispuestos y dispuestas a recibir el Espíritu.
Manel
domingo, 13 de mayo de 2007
Sexto domingo de Pascua - 13 de mayo 2007
Queridos amigos y amigas, por eso que se dice causas ajenas a mi voluntad, hoy me he retrasado un poquito. Pero ahí va, mi pequeño comentario dominical, siempre con el objetivo de que pueda ser útil a alguien.
Estamos ya a quince días de Pentecostés y hoy en las lecturas ya todo huele a Espíritu Santo, como culminación del misterio pascual.
En la primera lectura, referida al llamado Concilio de Jersusalen, el Espíritu hace saber lo que quieres, y por eso los apóstoles afirman: el Espíritu santo y nosotros hemos creído que no tenemos por qué imponeros pesadas cargas.... (Ojalá ésta fuera hoy nuestra Iglesia y nuestros Concilios...)
Y en el evangelio, Jesús promete a sus apóstoles que no les dejará huérfanos, porque les enviará el Espíritu.
Pero analicemos con más detenimiento el texto del evangelio, porque hay un primer párrafo muy interesante. Se puede decir que se establece un cambio radical en las relaciones entre Dios y nosotros. Hasta ahora, Dios quedaba siempre como algo exterior al ser humano y según la religión había que encontrarlo en el templo, en el cumplimiento de la ley, en la naturaleza, etc. Sin embargo, a partir de las palabras de Jesús, el ser humano pasa a ser morada de Dios. Jesús sacraliza el ser humano. Dios no es un Dios lejano, sino que está presente dentro de cada uno de nosotros. No hay que ir a buscarlo fuera. Está en nostros: vendremos a él y estableceremos en él nuestra morada....
Esta presencia de Dios es la presencia de su Espíritu, un Espíritu dinámico que nos da sus dones para quenuestra vida produzca sus frutos. Dios no disminuye el ser humano, sino que lo potencia. La gloria de Dios es que el ser humano viva. Ser cristianos es dejarse guiar por el Espíritu.
Y para terminar, en el evangelio se nos enumera uno de los grandes signos de la presencia del Espíritu en nosotros: la paz. Una paz que no es solamente un entendimiento entre los poderes y las potencias de este mundo, ni es solamente una serenidad interior, ni una paz fundada en el miedo mutuo, sino la paz bíblica, que es la síntesis de todos los bienes mesiánicos: el don de Dios que garantiza la dignidad de las personas, es decir, todo aquello que el ser humano necesita, tanto en su dimensión horizontal, como en su dimensión vertical. Solamente así existe la paz en nuestro interior. La paz que se fundamenta en el amor, la libertad, la justícia, la tolerancia, el diálogo, el perdón..
Amigos y amigas, que esta sea nuestra paz. Y hasta el pròximo domingo, fiesta de la Ascensión.
Manel
Estamos ya a quince días de Pentecostés y hoy en las lecturas ya todo huele a Espíritu Santo, como culminación del misterio pascual.
En la primera lectura, referida al llamado Concilio de Jersusalen, el Espíritu hace saber lo que quieres, y por eso los apóstoles afirman: el Espíritu santo y nosotros hemos creído que no tenemos por qué imponeros pesadas cargas.... (Ojalá ésta fuera hoy nuestra Iglesia y nuestros Concilios...)
Y en el evangelio, Jesús promete a sus apóstoles que no les dejará huérfanos, porque les enviará el Espíritu.
Pero analicemos con más detenimiento el texto del evangelio, porque hay un primer párrafo muy interesante. Se puede decir que se establece un cambio radical en las relaciones entre Dios y nosotros. Hasta ahora, Dios quedaba siempre como algo exterior al ser humano y según la religión había que encontrarlo en el templo, en el cumplimiento de la ley, en la naturaleza, etc. Sin embargo, a partir de las palabras de Jesús, el ser humano pasa a ser morada de Dios. Jesús sacraliza el ser humano. Dios no es un Dios lejano, sino que está presente dentro de cada uno de nosotros. No hay que ir a buscarlo fuera. Está en nostros: vendremos a él y estableceremos en él nuestra morada....
Esta presencia de Dios es la presencia de su Espíritu, un Espíritu dinámico que nos da sus dones para quenuestra vida produzca sus frutos. Dios no disminuye el ser humano, sino que lo potencia. La gloria de Dios es que el ser humano viva. Ser cristianos es dejarse guiar por el Espíritu.
Y para terminar, en el evangelio se nos enumera uno de los grandes signos de la presencia del Espíritu en nosotros: la paz. Una paz que no es solamente un entendimiento entre los poderes y las potencias de este mundo, ni es solamente una serenidad interior, ni una paz fundada en el miedo mutuo, sino la paz bíblica, que es la síntesis de todos los bienes mesiánicos: el don de Dios que garantiza la dignidad de las personas, es decir, todo aquello que el ser humano necesita, tanto en su dimensión horizontal, como en su dimensión vertical. Solamente así existe la paz en nuestro interior. La paz que se fundamenta en el amor, la libertad, la justícia, la tolerancia, el diálogo, el perdón..
Amigos y amigas, que esta sea nuestra paz. Y hasta el pròximo domingo, fiesta de la Ascensión.
Manel
viernes, 4 de mayo de 2007
Quinto domingo de Pascua. 6 de mayo 2007
Queridos amigos y amigas, ya estamos en mayo, seguimos en Pascua y es primavera. Tiempo de renovación, de novedad.
Y precisamente las tres lecturas de este domingo nos hablan de novedades y nos invitan a la renovación.
En la primera lectura, Pablo y Bernabé nos hablan de las nuevas comunidades que iban surgiendo. En el Apocalipsis se nos recuerda el cielo nuevo y la tierra nueva que anhelamos los creyentes. Y en el evangelio de nos presenta una vez más el mandamiento eternamente nuevo, el mandamiento del amor.
El texto del evangelio forma parte de los llamados discursos de despedida que el evangelio de Juan pone en la sobremesa de la Cena pascual. En ellos Jesús diseña las características de la comunidad de sus seguidores y seguidoras, y pone como elemento distintivo e identificativo el amor. Pero no un amor cualquiera, sino el amor que El ha tenido hacia nosotros: como Yo os he amado.
Por lo tanto, somos llamados a amar como El ha amado. Y el amor del Cristo ha sido un servicio permanente, hasta dar la vida. El amor de Cristo ha respetado siempre la libertad, no ha puesto límites, se ha extendido hasta los enemigos y ha excluido cualquier tipo de violencia.
Así pues, lo que distinguirá una comunidad cristiana de cualquier otro grupo humano tendrá que ser este amor.
¿Se da esto así entre nosotros? ¿Nos identifican como cristianos y cristianas por nuestra manera de amar? ¿Es el amor lo que inspira y motiva nuestras actitudes en los ambientes en que vivimos?
No deja de ser curioso que cuando la Revolución francesa de 1789 quiso coger como lema los valores laicos que consideraba más importantes, escogió entre ellos el gran valor teórico cristiano de la fraternidad (libertad, igualdad, fraternidad). Y ¿qué ha pasado desde entonces, en estos últimos trescientos años desde aquella Revolución? Que hemos avanzado, sin duda, en situaciones sociales de libertad y de igualdad, pero no tanto en un mundomás humano y más fraternal. ¿Por qué nos cuesta tanto la fraternidad?
Los cristianos y cristianas, y las comunidades cristianas, nos hemos de convencer de que en el mundo de hoy, tan lleno de egoísmos, envidias y odios, nuestra mejor aportación es el testimonio de una realidad completamente nueva y diferente; una realidad donde las personas se aman, respetan la diversidad, se perdonan,y aminan siempre en la solidaridad y la ayuda. Solamente así seremos creibles.
Amigos y amigas, hasta la próxima. Renovemos la Pascua!
Manel
Y precisamente las tres lecturas de este domingo nos hablan de novedades y nos invitan a la renovación.
En la primera lectura, Pablo y Bernabé nos hablan de las nuevas comunidades que iban surgiendo. En el Apocalipsis se nos recuerda el cielo nuevo y la tierra nueva que anhelamos los creyentes. Y en el evangelio de nos presenta una vez más el mandamiento eternamente nuevo, el mandamiento del amor.
El texto del evangelio forma parte de los llamados discursos de despedida que el evangelio de Juan pone en la sobremesa de la Cena pascual. En ellos Jesús diseña las características de la comunidad de sus seguidores y seguidoras, y pone como elemento distintivo e identificativo el amor. Pero no un amor cualquiera, sino el amor que El ha tenido hacia nosotros: como Yo os he amado.
Por lo tanto, somos llamados a amar como El ha amado. Y el amor del Cristo ha sido un servicio permanente, hasta dar la vida. El amor de Cristo ha respetado siempre la libertad, no ha puesto límites, se ha extendido hasta los enemigos y ha excluido cualquier tipo de violencia.
Así pues, lo que distinguirá una comunidad cristiana de cualquier otro grupo humano tendrá que ser este amor.
¿Se da esto así entre nosotros? ¿Nos identifican como cristianos y cristianas por nuestra manera de amar? ¿Es el amor lo que inspira y motiva nuestras actitudes en los ambientes en que vivimos?
No deja de ser curioso que cuando la Revolución francesa de 1789 quiso coger como lema los valores laicos que consideraba más importantes, escogió entre ellos el gran valor teórico cristiano de la fraternidad (libertad, igualdad, fraternidad). Y ¿qué ha pasado desde entonces, en estos últimos trescientos años desde aquella Revolución? Que hemos avanzado, sin duda, en situaciones sociales de libertad y de igualdad, pero no tanto en un mundomás humano y más fraternal. ¿Por qué nos cuesta tanto la fraternidad?
Los cristianos y cristianas, y las comunidades cristianas, nos hemos de convencer de que en el mundo de hoy, tan lleno de egoísmos, envidias y odios, nuestra mejor aportación es el testimonio de una realidad completamente nueva y diferente; una realidad donde las personas se aman, respetan la diversidad, se perdonan,y aminan siempre en la solidaridad y la ayuda. Solamente así seremos creibles.
Amigos y amigas, hasta la próxima. Renovemos la Pascua!
Manel
jueves, 26 de abril de 2007
Cuarto domingo de Pascua - 29 de abril 2007
Queridos amigos y amigas, la Pascua avanza, la primavera se impone, y espero que también se vaya adueñando de nuestro interior.
Veamos el comentario al cuarto domingo.
Es un domingo que queda caracterizado, en todos los ciclos litúrgicos, por una de las imágenes literarias, una alegoría, más repetidas y hermosas del evangelio: la figura de Jesús como Buen Pastor.
De hecho, el Papa Pablo VIè señaló este domingo como el día más propio para rezar en favor de las vocaciones al ministerio y a la vida consagrada. Necesitamos buenos pastores, gente que vaya delante.
Los tres textos de la Palabra de hoy, pues, giran alrededor del Pastor y las ovejas del Pastor, que somos nosotros.
En el libro de los Hechos, se indica cómo Pablo y Bernabé muestran que la acción pastoral de Cristo es ofrecida a todos los pueblos y no solamente al pueblo judío.
En el libro del Apocalipsis se afirma que el Cordero sacrificado es a la vez el Pastor de todas las ovejas que le seguiran.
Y el evangelio destaca que la relación entre las ovejas y el Pastor Jesús está enraizada en el Padre, con el que Jes´sus forma una unidad.
El texto del evangelio, en concreto, pertenece al capítol 10 de san Juan, enmarcado en la fiesta judía de la Consagración o Dedicación del templo, fiesta en la que los judíos conmemoraban la heroica lucha de los macabeos contra la profanaciòn del templo, en el año 165 antes de Cristo. Y es en esta celebración en la que Cristo se enfrenta con los dirigentes judíos y en contraposición con ellos, que no pastoreban adecuadamente al pueblo, Jesús se presenta y se muestra como Mesías, bajo la figura muy bíblica del Buen Pastor.
Recordemos que los forjadores del pueblo de Israel, el pueblo de Dios, fueron pastores nómadas, y que por eso, las imágenes del pastor y el rebaño pasaron a expresar las relaciones entre Dios y su pueblo.
El Buen Pastor no es amo de las ovejas, sino su líder, pero compañero; procura su alimento; las defiende de cualquier peligro; y se dedica totalmente a su misión.
Y los seguidores y seguidoras del Cristo pastor (las o vejas) son reconocidas por tres actitudes: escuchan su voz, o sea, creen y se adhieren personalmente a El; le siguen, o sea, hay con El una adhesión de conducta y de compromiso, y Cristo les da la vida eterna; y no se pierden, ya que Cristo las tiene en sus manos.
Este domingo, por todo lo dicho, es especialmente indicado,pues, para pensar, tanto por parte de los pastores, como por parte de los fieles, sobre la tarea evangelizadora que llevamos a cabo, una tarea que se llama precisamente acción pastoral, porque ha de inspirarse en las relaciones entre el Cristo Pastor y las ovejas.
Amigos y amigas, hasta el próximo domingo, que será ya mayo. Un mes nuevo, de la mano de la primera gran cristiana de la historia: María de Nazaret.
Adiós
Manel
Veamos el comentario al cuarto domingo.
Es un domingo que queda caracterizado, en todos los ciclos litúrgicos, por una de las imágenes literarias, una alegoría, más repetidas y hermosas del evangelio: la figura de Jesús como Buen Pastor.
De hecho, el Papa Pablo VIè señaló este domingo como el día más propio para rezar en favor de las vocaciones al ministerio y a la vida consagrada. Necesitamos buenos pastores, gente que vaya delante.
Los tres textos de la Palabra de hoy, pues, giran alrededor del Pastor y las ovejas del Pastor, que somos nosotros.
En el libro de los Hechos, se indica cómo Pablo y Bernabé muestran que la acción pastoral de Cristo es ofrecida a todos los pueblos y no solamente al pueblo judío.
En el libro del Apocalipsis se afirma que el Cordero sacrificado es a la vez el Pastor de todas las ovejas que le seguiran.
Y el evangelio destaca que la relación entre las ovejas y el Pastor Jesús está enraizada en el Padre, con el que Jes´sus forma una unidad.
El texto del evangelio, en concreto, pertenece al capítol 10 de san Juan, enmarcado en la fiesta judía de la Consagración o Dedicación del templo, fiesta en la que los judíos conmemoraban la heroica lucha de los macabeos contra la profanaciòn del templo, en el año 165 antes de Cristo. Y es en esta celebración en la que Cristo se enfrenta con los dirigentes judíos y en contraposición con ellos, que no pastoreban adecuadamente al pueblo, Jesús se presenta y se muestra como Mesías, bajo la figura muy bíblica del Buen Pastor.
Recordemos que los forjadores del pueblo de Israel, el pueblo de Dios, fueron pastores nómadas, y que por eso, las imágenes del pastor y el rebaño pasaron a expresar las relaciones entre Dios y su pueblo.
El Buen Pastor no es amo de las ovejas, sino su líder, pero compañero; procura su alimento; las defiende de cualquier peligro; y se dedica totalmente a su misión.
Y los seguidores y seguidoras del Cristo pastor (las o vejas) son reconocidas por tres actitudes: escuchan su voz, o sea, creen y se adhieren personalmente a El; le siguen, o sea, hay con El una adhesión de conducta y de compromiso, y Cristo les da la vida eterna; y no se pierden, ya que Cristo las tiene en sus manos.
Este domingo, por todo lo dicho, es especialmente indicado,pues, para pensar, tanto por parte de los pastores, como por parte de los fieles, sobre la tarea evangelizadora que llevamos a cabo, una tarea que se llama precisamente acción pastoral, porque ha de inspirarse en las relaciones entre el Cristo Pastor y las ovejas.
Amigos y amigas, hasta el próximo domingo, que será ya mayo. Un mes nuevo, de la mano de la primera gran cristiana de la historia: María de Nazaret.
Adiós
Manel
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